Esa fuerza, tradicionalmente pacífica y mayoritariamente conservadora, comienza a hacerse rebelde y a movilizarse, cansada de ser maltratada por el gobierno, que deteriora el poder adquisitivo de las pensiones, baja la calidad de los servicios básicos y les inyecta miedo al amenazar con reducir las pensiones, mientras los políticos incrementan sus ingresos y privilegios constantemente.
Los pensionistas se han hecho rebeldes a medida que perdían seguridad y tranquilidad ante el futuro. La liquidación del fondo de reserva de las pensiones por un PP que se niega a reducir el tamaño del Estado y adoptar medidas de austeridad efectivas ha sembrado la inquietud y el miedo entre los pensionistas españoles, que ya no se fían de los políticos y suman su descontento y rebeldía a la de los jóvenes, los demócratas y otros sectores de la sociedad española que se sienten maltratados por la clase política.
Las plataformas de jubilados descontentos y los grupos de pensionistas activos proliferan e inundan las redes sociales con sus protestas y amenazas a los partidos políticos, a los que advierten que sus diez millones de votos pueden quitar y poner gobiernos.
El descontento de los mayores, una fuerza que previsiblemente no parará de crecer en los próximos años, amenaza sobre todo al PP, que era hasta hoy el partido preferido por los jubilados, pero el movimiento es imprevisible porque no está claro a quién beneficiará.
Lo cierto es que, por su fuerza como masa votante, la rebeldía de los pensionistas va a constituir todo un terremoto en la política española.
Francisco Rubiales