España en llamas

Publicado el 09 enero 2012 por Abel Ros

La inquietud de las rocas rompió la tranquilidad en los sueños napolitanos de Pompeya. La dulce morada de las élites romanas fue sepultada bajo el manto gris de sus cenizas. Los vestigios de aquella tragedia iluminan los ojos del turista ante la mirada incómoda de su verdugo. La amenaza latente del Vesubio dibuja la sombra de los espectadores mientras posan con asombro ante los cuerpos fosilizados de sus clásicos antepasados.

Hoy,  las erupciones volcánicas del sin sentido occidental han sepultado de magma y ceniza los sueños  de los encantados en el dulce crepitar de los troncos electorales. La asfixia del desempleo ha impedido a cinco millones de parados apagar las llamas de su desesperación durante la quema imparable de sus hogares y la visión borrosa de su sino. Arde España ante la pasividad escéptica de Europa y el corte de manga de sus mercados.

El argumento demagógico de “la culpa fue de ZP” no ha conseguido sofocar el comburente de indignación que propaga sin cesar las llamas de la pobreza. Mientras Chacón y Rubalcaba luchan por apagar las incoherencias ideológicas de su antecesor, la derechización de la clase media, por su parte,  mira con enojo y recelo el aperitivo trágico que a fuego lento les prepara su legítimo don Mariano. La trampa, que decíamos atrás en las páginas humildes de este blog, comienza a vislumbrar los primeros indicios de su verdad en las brasas de la derrota.

La reversibilidad de las políticas, o dicho en otros términos, “el borrón y cuenta nueva” de las mayorías absolutas será, probablemente el silencio que habremos de pagar por las pulsiones irreflexivas de nuestros ruidos emocionales. Los mercados en detrimento manifiesto de los Estados han coloreado los trazos amarillos de nuestro magma pompeyano. Con pocos días sentado en el sillón de la Moncloa, el líder de la derecha ha avivado las llamas de la indignación ciudadana en el océano tranquilo de los confiados.  Hoy más que ayer, las medidas de Zapatero, sí aquellas que tanto criticó la derecha y le costó su cabeza a las filas socialistas, se han quedado como bien dice el dicho popular “a la altura del betún”.  

Mientras en la primavera socialdemócrata del 2010 los profesores y médicos de este país sacrificaron una parte de sus sueldos en cumplimiento de los dictámenes de Merkel, en el invierno neoliberal de hoy, los profesores de Aguirre han tenido que sellar en las filas del “INEM” como medida cautelar para sanear las cuentas de Madrid.
Mientras en el famoso mayo de ZP, no se congeló la Oferta Pública de Empleo, en el enero de Rajoy, miles de opositores tendrán que esperar otro momento para optar por lo público, como alternativa para salir del callejón de su desesperación. Mientras en la etapa del Zapatero, los populares criticaron hasta decir basta, la subida del IVA, hoy no le tiembla la voz a Montoro para anunciar posibles nuevas subidas.
Mientras Cospedal  sacaba a relucir los trapos sucios de la gestión de su antecesor; la Comunidad Valenciana, varios meses después,  ha tenido que ser “rescatada” aunque no guste la expresión a la bancada popular, de su quiebra.

El confort de la antigua Pompeya permitió a miles de napolitanos disfrutar de sus baños y placeres mundanos ante la amenaza diaria de su sino. Hoy miles de años más tarde, las mismas calles de ayer son transitadas por miles de espectadores ante la misma mirada de su Vesubio. ¿Quién apagará la erupción de nuestros mercados? No lo sé.