La corrupción, además de pudrir a España, la está arruinando e impidiéndole ser un país próspero. Los políticos son el gran problema de España, su ruina como país y su cáncer como nación. Los políticos son los culpables principales de la corrupción, del atraso económico, de la injusticia reinante, del desempleo, del avance de la pobreza, de la pérdida de peso y prestigio internacional de España, del independentismo creciente, que amenaza con despedazar la nación, de los problemas de convivencia, de haber construido un Estado enfermo de obesidad e incosteable y de otras muchas lacras y dramas, entre los que destacan la caída de los valores, el deterioro de la democracia y la infelicidad creciente de sus ciudadanos.
Hasta que los ciudadanos no se den cuenta y asuman que el problema son los políticos y su pésimo gobierno, el país no podrá regenerarse y resurgir. Los políticos y sus partidos pesan sobre España como una losa de plomo. Son la encarnación del mal y el desastre nacional.
Mientras que los ciudadanos sigan votando a sus verdugos, a los mismos que les arruinan y les someten y les construyen un presente insatisfactorio y un futuro peligroso, el país no tendrá remedio. La regeneración pasa, inevitablemente, por una rebelión ciudadana contra la clase política que les impide despegar y construir una nación próspera, justa y decente.
Para los españoles, la única satisfacción en la actualidad es rememorar un pasado que fue brillante y heroico, nunca detenerse en el presente injusto y corrompido, ni en un futuro que es amenazante y lleno de sombras.
La limpieza de la cloaca española equivale a la erradicación de los actuales políticos y de sus partidos, que han dejado de representar al ciudadano y de luchar por el bien común, obsesionados por el poder y sin otra ideología que la obtención de privilegios y el control del Estado.
Francisco Rubiales