España es una potencia en Economía Experimental. El Ministerio reacciona cargándosela.

Publicado el 29 mayo 2015 por José Luis Ferreira

Mis colegas que realizan Economía Experimental en España me llaman la atención sobre un punto en las instrucciones de ejecución y justificación del presupuesto de los proyectos del Ministerio de Economía y competitividad. Son los que se suelen llamar proyectos de investigación del Plan Nacional, del que se nutren la mayoría de los equipos investigadores españoles. Léelo bien, amigo lector:
No son elegibles en ninguna de las modalidades: 
  • Compensaciones del personal de investigación no vinculado a las entidades beneficiarias cuando participen en la ejecución de las actuaciones objeto de subvención, como por ejemplo pagos a estudiantes, sujetos experimentales, gratificaciones y honorarios.
Puedes poner el texto en Google y te llevará a las instrucciones de las convocatorias de los años 2013 y 2014.
Si no se entiende bien el alcance de estas tres líneas, lo traduzco al castellano:
El Ministerio no financiará ningún experimento con personas. Punto.
Bueno, no dice eso exactamente. Puedes hacer experimentos, pero no pagar a quienes que se presten a ser sujetos experimentales. Tengo alguna idea de cómo afectará esto a los experimentos médicos o de Psicología, pero voy a hablar de lo que conozco: la Economía Experimental dejará de tener financiación del Ministerio. Habrá que buscarse la vida con proyectos europeos, privados o autonómicos. Los experimentos en Economía simulan distintos mecanismos de interacción económica, desde todo tipo de mercados a juegos de cooperación y conflicto, pasando por cualquier otra cosa que al investigador de turno se le ocurra. Para ello es indispensable simular el incentivo monetario (además de otros que pueda haber) que el mecanismo tendría fuera del laboratorio. Sin pago a los voluntarios no hay experimentos en Economía. El lector curioso puede leer en estas entradas varios ejemplos de la utilidad de estas simulaciones (1, 2, 3, 4, 5).
La Economía Experimental es una rama en auge en estos momentos. Así, por poner tres ejemplos, la Economía del Comportamiento intenta sistematizar los sesgos que nos separan del Homo economicus, las simulaciones en Organización Industrial nos ayudan a diseñar mejores regulaciones en los mercados de competencia imperfecta, y la experimentación en mercados financieros nos ayuda a entender la formación de burbujas y los comportamientos en manada que profundizan crisis como la actual. Las revistas que publican resultados de Economía experimental están subiendo posiciones en los ránkings de citas y las mejores revistas generales de Economía publican cada vez más investigaciones experimentales. Es un área con un futuro prometedor y, lo que es mejor, en ella España está reconocida como una de las potencias mundiales, con muy buenos y reconocidos investigadores. Lo malo es que nos los quitan de las manos y se van a Inglaterra y a USA, sobre todo.
Uno diría que el Estado debería hacer lo posible por mantener e, incluso potenciar, las áreas de investigación relevantes en las que el país es competente, pero nuestras autoridades ven las cosas de otra manera: lo mejor es poner todavía más trabas a ver si no solo no crecemos, sino que nos cargamos lo que ya tenemos. Nuestros experimentalistas se irán en mayor medida, los laboratorios que se han creado en varias universidades languidecerán y en España la investigación llorará un poco más. Y en este caso no es cuestión de dinero; los equipos que tradicionalmente realizaban experimentos económicos no tenían una financiación mayor que los que no los hacían. Simplemente dedicaban más dinero del escaso que recibían a pagar a los sujetos experimentales y menos a viajes a congresos y a compra de material, por ejemplo. Es cuestión de entender muy mal las prioridades y atender antes a la burocracia que al investigador. El pago a los sujetos experimentales tiene su truco: ¿es renta? ¿dietas? ¿paga impuestos? ¿cómo se registra? Lo que recibe un voluntario son cantidades muy pequeñas, unos pocos euros en cada experimento, para las que podía establecerse fácilmente un encaje, como se ha hecho hasta ahora. Claro que eso quiere decir que alguien en el Ministerio tiene que pensar cómo hacerlo, y no hablo de los funcionarios que diligentemente tramitan con paciencia todo lo que les mandan las autoridades desde arriba y los investigadores desde abajo.
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