Revista Opinión

España: la apoteosis mundial de la estupidez, la cobardía y el fracaso

Publicado el 26 enero 2021 por Franky
España es ya de nuevo el país del mundo más destrozado por la pandemia. Pero es también uno de los peor gobernados de la Tierra, de los más dañados por la enfermedad y la muerte, de los más injustos, de los que corren con más velocidad hacia la pobreza y el fracaso y de los que tienen un futuro más amenazador. Ningún país del mundo refleja hoy la cobardía, la estupidez y el fracaso con la intensidad que lo hace España. Nadie ha sufrido en el mundo la pandemia tanto como los españoles, que han destrozado su economía, su convivencia y sus vidas, gobernados por una pandilla de torpes fracasados y corrompidos que han logrado lo que parecía imposible: ser los más contagiados y diezmados del mundo por la pandemia y la muerte, en la primera, la segunda y la tercera ola. Además, España es el país que ha logrado también ocupar el liderazgo mundial de la estupidez y lo ha demostrado premiando a su ministro de Sanidad, el gris y torpucio Salvador Illa, al que en lugar de destituir y castigar por los terribles daños causados a la nación y a sus compatriotas, se le ha designado candidato socialista para presidir el gobierno de Cataluña. --- España: la apoteosis mundial de la estupidez, la cobardía y el fracaso Comentando la situación actual de España con un profesor catalán amigo, me dejó pasmado al decirme: "Salvador Illa es un nacionalista catalanista lleno de odio a España y ha aprovechado ser ministro de Sanidad para hacer todo el daño posible al país. Ahora, con millones de catalanes eufóricos porque su compatriota ha puesto de rodillas a España, lo van a premiar por el daño causado, haciéndolo presidente".

Si esa tesis es cierta, España y, sobre todo, Cataluña, están más podridas de lo que era imaginable. España y Cataluña quizás merezcan desaparecer por la enorme cantidad de corrupción, estupidez y maldad que acumulan en sus clases dirigentes y por la inmensa cobardía de sus indolentes pueblos, que han permitido que los políticos y sus partidos, verdaderas guaridas de bestias mediocres y resentidas, les destrocen la nación y les asesinen la democracia, las libertades, los derechos, la convivencia y la unidad.

La "santificación" de Salvador Illa representa el mayor error, la peor injusticia y la mas cruel y perversa obra del podrido sistema político español. Quien a todas luces merece ser castigado con la destitución y debería ser investigado para aclarar sus incomprensibles errores y entender su comportamiento dañino e ineficaz, ha sido exaltado y premiado. Es cierto que el desastre y el premio son obra de un gobierno marcado por la corrupción y el abuso de poder, pero en realidad lo ha hecho España y esa absurda e injusta barbaridad la hemos tolerado los ciudadanos, junto con las grandes instituciones y sectores obligados a defender la nación, desde la Monarquía a las Fuerzas Armadas, sin olvidarnos de la prensa, la Justicia, el Congreso, la sociedad civil y la ciudadanía.

Que nadie se confunda e ignore que el gran problema del país es Pedro Sánchez, el gran artífice de la maldad y el culpable principal del fracaso. Él es el que ha dado alas a Salvador Illa y a su mono, el epidemiólogo Fernando Simón, el que ha elegido como copilotos del gobierno a comunistas, populistas, independentistas y amigos del terrorismo, el que ha pervertido al PSOE hasta convertirlo en un partido lleno de peligro y de odio, el que ha puesto de rodillas a España y el que ha acabado, en pocos meses, con la prosperidad, la esperanza, el futuro y la alegría de toda una nación que destacaba por su alegría, optimismo y hermoso sentido de la vida.

España se derrumba, victima más del mal gobierno que de la pandemia, y lo peor es que siguen existiendo legiones enteras de españoles degradados, dispuestos a votar de nuevo a los verdugos del país.

Cada día la caída en el pozo de los excrementos es más profunda y cada día que pasa es mas difícil la resurrección. España está a punto de convertirse en el primer país del mundo que se apaga y se suicida, victima de su propio fracaso, sin sufrir otra agresión que la de los mismos españoles.


Francisco Rubiales


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