Hasta el mismo presidente Sánchez duda y refleja sus inclinaciones marxistas. Ha condenado con "rotundidad" la "violencia" contra los civiles pero evita apostar, como han hecho los socios de la UE, por el derecho de Israel a defenderse.
Muchos observadores y analistas políticos creen que Sánchez tiene el corazón al lado del terrorismo palestino, pero teme ser señalado por sus socios como enemigo y, sobre todo, teme una reprimenda del presidente norteamericano Joe Biden, que no termina de fiarse del político español.
Sánchez ha condenado la violencia de los ataques terroristas en Israel, pero se ha diferenciado de los principales países aliados que añaden el derecho legítimo de Israel a defenderse. Francia, Alemania, Italia, Holanda, Reino Unido, EEUU, la OTAN, la UE e incluso Ucrania insistían en este punto.
Otros expertos españoles creen que Sánchez no cree en nada y que carece de principios, por lo que su discurso siempre depende de lo que le convenga para seguir en el poder. En este caso, no quiere ofender a sus socios comunistas de SUMAR y a los pro terroristas de BILDU, que están con el terrorismo palestino, ni a sus socios catalanes, que defienden la autodeterminación de Palestina porque ellos la quieren para Cataluña.
Lo que está revelando el conflicto actual de Israel es que el gobierno de Sánchez es un aborto antidemocrático lleno de comunistas y radicales que prefieren el terrorismo totalitario a la libertad y la democracia. Esa gente, que forma parte del sanchismo, está al lado de Rusia frente a la Ucrania invadida y aplastada por el Ejercito de Putin, se alinea con el terrorismo donde golpee a Occidente y prefiere la amistad de países como Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua y la misma Rusia, aliada de ese mundo siniestro, que de los miembros del bloque de las democracias occidentales, la OTAN los países de la Unión Europea.
Sánchez debería ser incompatible con esa bazofia, pero no lo es y, según algunos expertos, se siente más cerca de ellos que de los países aliados de España.
Francisco Rubiales