Un equipo de Antropología Forense de Argentina acaba de hallar una fosa común en el Arsenal Miguel de Azcuénaga de la provincia de Tucumán, al norte del país, con los restos mortales de 15 personas asesinadas durante la dictadura militar. El cuadro descubierto es estremecedor: cuerpos completos en diferentes posiciones junto a proyectiles, algunos de ellos atados en las extremidades superiores enrollados en neumáticos y rastros de combustión. Es decir, los inocentes ejecutados entre 1976 y 1983 por viles verdugos con rostro y apellidos fueron quemados vivos antes de recibir un tiro de gracia. Así estamos. Desenterrando la ominosa herencia de la Escuela de las Américas con pinceles y buriles para reescribir la oscura historia del hombre y descansar.
En Argentina, en Chile, en Colombia, en Camboya, en Guatemala, en Bosnia, en muchos países de África y, a duras penas, también en España. Precisamente, la semana pasada fue descubierta un nueva fosa sin nombre en Vizcaya. Es el goteo infinito en un país cuyos dirigentes siguen poniendo reticencias, ocultaciones y caras de póquer cuando se trata de mirarse en el espejo de su propio horror. Es lo que ocurre cuando se levantan los cuarteles y el ganador se niega a reescribir el libro de su historia. Es lo que dejó pendiente nuestra "ejemplar" transición.
España es el segundo país del mundo tras Camboya con mayor número de personas víctimas de desapariciones forzadas cuyos restos no han sido recuperados ni identificados. Han pasado más de 70 años desde el fin de la Guerra Civil y 114.000 personas continúan enterradas en lugares inhóspitos, sin una triste lápida que les recuerde, sin justicia ni memoria. Ni una lágrima oficial por ellos.
La organización "Jueces para la democracia" recordaba hace unos días que el Gobierno del PP "está llevando no solo a la impunidad de los delitos cometidos durante la dictadura, sino a que se queden materialmente sepultados en el olvido". Triste legado cuando se pretende abanderar la defensa de las víctimas en un país donde las heridas de la violencia siguen abiertas de par en par.
Desde aquí sólo queda felicitar a todas las organizaciones que trabajan para recuperar la Memoria Histórica española, y en especial a la Sociedad Aranzadi, un grupo de antropólogos que tratan de evitar que aquel horror caiga en el más repugnante olvido. Todavía hoy, miles de personas siguen intentando rescatar el honor y la dignidad de cientos de miles de hombres y mujeres que el franquismo asesinó. No sé si al final habrá justicia pero al menos muchos familiares y los que han logrado sobrevivir al paso del tiempo esperan escuchar la verdad: La que les dirá que sus antepasados y compañeros desaparecieron por defender la libertad.
Pero ojo, porque en la guerra, desenmascarar el ojo tuerto de la mentira acarrea perder la vida. O contribuyes a la causa o al paredón. Y aquel vía crucis aun no ha terminado.