Ante esa masa terrible de podredumbre incrustada en el Estado, los viejos partidos españoles, sobre todo los mas grandes y poderosos, el PP y el PSOE, son rechazados abiertamente cada día por mas ciudadanos.
Lo preocupante no es el rechazo, sino el hecho de que ese rechazo inicial se este transformado en odio, sobre todo en el sector de los ciudadanos mas informados, demócratas y decentes, que culpan a partidos como el PP y el PSOE del océano de pobreza, injusticia, desprestigio y abuso de poder que infecta a España, sin importarles que esos partidos sean de derecha o de izquierda.
Ambos partidos han sido "igualados" por parte de la ciudadanía y situados uno al lado del otro en el vertedero de la Historia, como dos dramas de los que hay que deshacerse y alejarse porque huelen mal y contaminan.
Este sentimiento, que está en el origen y es la causa de fenómenos tan inquietantes como el desprestigio de los partidos y de la "casta", el castigo implacable a los políticos tradicionales en las urnas, la actitud de insumisión creciente de los ciudadanos y el fulgurante ascenso de Podemos y Ciudadanos, nuevas formaciones políticas que están siendo apoyadas masivamente por los ciudadanos, incluso por aquellos que no creen en sus ideas, únicamente para hacer daño a los políticos tradicionales, ni siquiera está siendo percibido por Rajoy, Pedro Sánchez y el grueso de los dirigentes de los grandes partidos tradicionales, demostrándose así que la alienación de los viejos políticos es extrema y que su grado de infección es ya incurable.
Los dirigentes del PP y del PSOE, lastimosamente alejados de la realidad, creen que la situación no es dramática y que todavía es reversible. Los del PP creen que si la recuperación económica se consolida, ellos volverán a ser los preferidos por el electorado español, mientras que en el PSOE creen que recuperarán los votos perdidos sólo prometiendo algunas medidas falsamente regeneradoras.
Los dos grandes partidos políticos españoles están heridos de muerte, pero sus dirigentes están tan alienados que no huelen el hedor que comienzan a despedir.
Cada día crece mas la gente que quiere ver a políticos nuevos y a una democracia renovada y creíble en el poder. Mientras que los viejos partidos no asuman esa realidad, seguirán agonizando, ofreciendo al mundo, con su patética agonía, un espectáculo lamentable.
Los españoles han decidido culpar a la "vieja política" del fracaso de España, un país al que sus políticos han empobrecido, despojado de valores y convertido en un vertedero plagado de injusticia, corrupción, abuso de poder y privilegios intolerables.
Ese sentimiento nuevo y creciente de rechazo y odio mezclados a los grandes partidos es el que explica el apoyo creciente de los ciudadanos a aquellas nuevas formaciones que han sabido proyectar la imagen de una política nueva y distinta, ajena a la casta, como ha quedado demostrado en Andalucía, donde, en las recientes elecciones del 22 de marzo, los grandes partidos perdieron cientos de miles de votos y nada menos que uno de cada cuatro andaluces votaron a Podemos y a Ciudadanos, a pesar de que Andalucía es un territorio férreamente atrapado en el clientelismo socialista y la dependencia de las subvenciones y ayudas del gobierno.