El "termino" reseteado, aplicado a España, no es mio sino de una de mis mejores fuentes, un antiguo alto cargo del Departamento de Estado norteamericano que hoy es miembro de uno de los más prestigiosos think tanks demócratas de Washington, dedicado al estudio y análisis de la política mundial. Mi amigo, con el que hablo un par de veces al año y es lector esporádico de Voto en Blanco, me ha llamado para mostrarse escandalizado ante los resultados del barómetro del CIS y para decirme que en Estados Unidos, el sistema no podría resistir un rechazo ciudadano de tales magnitudes.
Mi amigo, el experto y valorado "analista", me recuerda que la injusticia "genera violencia" y me ha dicho: "Vente para acá porque eso tiene que estallar".
Opina que la esencia de la democracia no son sus normas, ni la elección de representantes, sino la confianza de los administrados en los administradores y que una clase política que cosecha desconfianza y hasta rechazo, como ocurre en España, es una clase política fracasada que ha "liquidado" el sistema y que tal vez lo haya colocado en un punto de "no retorno". Le he preguntado si esas opiniones son suyas o compartidas por otros expertos y me ha dicho: "todos los estudiosos que conozco opinan lo mismo".
El rechazo a la corrupción y a la clase política no son el principal problema, sino los síntomas de una enfermedad que se llama desconfianza, una enfermedad gravísima porque sin confianza la democracia no existe y se torna en una tiranía que los ciudadanos tienen que soportar.
Agrega que en Estados Unidos es inconcebible una situación como la de España y que, si se produjera, el sistema entero saltaría por los aires y tendría que abrirse un periodo constituyente, después de anular y suprimir a los partidos y poner bajo vigilancia severa a las instituciones del Estado.
Lógicamente, concuerdo con los análisis de mi amigo, que son los lógicos en cualquier democracia avanzada y decente del planeta. la situación de España es tan democráticamente denigrante y degradada que parece imposible que pueda recuperarse.
En lo único que difiero de mi amigo el experto estudioso es que para mi lo peor de España ni siquiera es la enfermedad de la desconfianza, sino la voluntad firme que comparten los políticos, los periodistas, los altos cargos del Estado y buena parte de la ciudadanía de no ver el problema y no asumirlo.
Esta mañana he escuchado a una tertuliana de Televisión Española decir que los datos del CIS son "exagerados" y que la corrupción no es para tanto. Un día antes, Rajoy aseguraba, con desfachatez supina, que está seguro que la mayoría de los españoles defienden y quieren una institución como la Corona.
Nadie sabe la verdad en España porque al poder no le interesa conocerla. Estoy seguro de que las encuestas del CIS, si siguen reflejando el estruendoso fracaso de la clase política, van a ser cocinadas o suprimidas en el futuro. También estoy seguro de que si se realizara una encuesta sobre el Estado de las Autonomías, la financiación de los partidos políticos con dinero público o los privilegios de "la casta", el resultado sería de rechazo abrumador. Por eso los políticos no preguntan a los españoles qué quieren, porque la respuesta les echaría del poder.
España tiene que ser "reseteada", lo que significa que le borren la memoria, el disco duro, su estructura de poder viciada y sus normas y leyes dramáticamente fracasadas ¿Qué más necesitan los políticos y sus periodistas sometidos para darse cuenta de que el sistema español está "colapsado" y que la falsa democracia española ha entrado en crisis total?
La clase política ha abusado del poder y ha ido demasiado lejos, situando a España en un estado de crisis profunda y sin retorno. El pueblo es imbécil, pero no tanto como para olvidar que las cajas de ahorro han sido saqueadas sin que nadie pague por ello ni devuelva el dinero robado, que muchos ancianos jubilados han sido estafados y saqueados con las participaciones preferentes, sin que los gobiernos de Zapatero y Rajoy hayan hecho nada por impedirlo, salva consagrar el expolio para que los banqueros tengan mas dinero. También se ha ide demasiado lejos provocando suicidios ante la oleada de desahucios, algunos de ellos injustos y amparados en una ley abusiva que ya ha sido condenada por la Justicia Europea. La gente no olvida que los miles de políticos ladrones que no pueden justificar sus patrimonios están libres y que nadie les reclama lo que han robado. Tampoco perdonan a los políticos que les cobren impuestos desproporcionados y que recorten los servicios básicos sin que ellos hayan renunciado al grueso de sus privilegios y sin que hayan adelgazado un Estado tan gordo, graso, insostenible y plagado de inútiles parásitos con carné de partido que es una ofensa a la decencia y que resulta imposible financiar en tiempos de crisis.
Por todos esos y otros muchos abusos y barbaridades, todos ellos adobados por el poder político con engaños y mentiras institucionalizadas, la falsa democracia española es hoy despreciada por sus ciudadanos, ha entrado en barrena y necesita, con urgencia, ser "reseteada".
(Este artículo está dedicado, con cariño y respeto, a todos los lectores y seguidores de Voto en Blanco que a veces se sienten solos y con cierto miedo a que sus análisis y conclusiones sean exagerados. Que sepan que en los más prestigiosos centros de estudios y análisis del planeta piensa igual, incluso de manera mas radical y drástica que nosotros, sobre la indecente "democracia" española).