La aproximación del PP, principal partido de la oposición, al degenerado PSOE de Sánchez, que se ha manifestado, incluso, en alianzas en el Congreso para aprobar leyes conjuntamente, ha llenado de consternación a una buena parte de los demócratas y gente de bien de España, a las que ya sólo les queda el regeneracionismo que proclama VOX, único partido realmente de derecha y de oposición en España.
Partidos críticos y claramente regeneracionistas como VOX basan su programa y su crecimiento espectacular en la necesidad de un giro moral hacia la decencia y la dignidad de España, que erradique dramas como el poder y la influencia, que ejercen, gracias a Pedro Sánchez, los partidos que odian a España y pugnan por destruirla, como son los independentistas y golpistas catalanes, los amigos vascos del terrorismo y, sobre todo,los comunistas radicales de los partidos Podemos y Sumar.
Esa enorme jauría de mala gente es como una losa de plomo que aplasta al país y le impide progresar. Es un ejército podrido, encabezado por un gobierno que protege a los okupas y beneficia con inversiones y ayudas a golpistas, independentistas y amigos del terrorismo, sólo porque estos enemigos de España sostienen con sus votos a Pedro Sánchez, el capitán de ese navío de piratas al que llaman España.
La existencia de ese mundo oscuro, podrido y delictivo es el que provoca un rechazo cívico que aporta votos de manera masiva a VOX, que es el único partido que parece dispuesto a plantar cara a la chusma que controla el poder en España.
España tiene que recuperar valores machacados por el sanchismo, como la austeridad, el esfuerzo, la unidad, el mérito, el respeto a la propiedad, la decencia, la independencia de la Justicia, la equidad en el reparto de los recursos y la democracia.
Pero lo peor de la España degradada es, sin duda, la clase política, sobre todo la que se encuadra en los partidos que han gobernado España en las últimas décadas y han asumido responsabilidades terribles por el deterioro y la decadencia de la nación. En ese grupo están el PSOE, el PP y los distintos partidos nacionalistas, que han vendido sus votos al gobierno, a cambio de dinero, inversiones y muchos privilegios, siempre en detrimento de otras comunidades leales a las que en lugar de premiarlas se las margina y debilita desde la Moncloa.
Las dos elecciones de 2023, las municipales y autonómicas de mayo y las generales de final de año, son consideradas por la mayoría de observadores y analistas como las últimas oportunidades que tiene España de enderezar su rumbo para eludir el desastre y el fracaso al los que se dirige bajo el mandato del comunismo y del socialismo degenerado que encabeza Pedro Sánchez.
Francisco Rubiales