La rendición española surge con claridad meridiana de la comparación entre lo sucedido en Madrid tras los atentados del 11 M y lo ocurrido poco después en Londres, tras el ataque del 7 J.
Mientras que la sociedad británica, liderada por los partidos políticos y con los medios de comunicación en sintonía, se alineó con su gobierno, como una piña, frente a la crisis, dispuesta a resistir y a plantar cara a los agresores, la sociedad española, liderada entonces por un PSOE que entonces estaba en la oposición y que obtuvo como premio el poder, se rindió al terrorismo e hizo a los terroristas algunas concesiones vitales: expulsó del poder al gobierno de José María Aznar, estigmatizó con un cinturón sanitario al Partido Popular, el que había ordenado la intervención en Irak, y retiró las tropas españolas presentes en dicho país.
Desde entonces, mientras otros países como Francia, Bélgica, Rusia, Inglaterra y Estados Unidos sufren el azote del terrorismo islamista, España se mantiene milagrosamente a salvo de esa lacra.
Para una rendición en toda regla, sólo faltó la foto de Zapatero y Bin Laden firmando la paz en un rincón de las montañas de Afganistan.
Dicen que la ausencia de atentados islamistas en España se debe a la eficacia de las fuerzas de seguridad y de inteligencia, pero muchos, sin negar esa eficacia policial, dudan que esa sea la única explicación y apuntan a que España, por alguna razón desconocida, está siendo "respetada" por los terroristas.
Por lo pronto, España, con el consentimiento y el apoyo de sus políticos, está siendo "invadida" por cientos de miles de musulmanes.
Francisco Rubiales