Hace 25 años, el 11 de octubre de 1990, España se adhería a la Carta Mundial para los Derechos del Niño.
La Declaración de los Derechos del Niño es un tratado internacional en el que se reconoce a niños y niñas como "seres humanos capaces de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad" y recoge 10 principios:
El derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión, idioma, nacionalidad, sexo, opinión política.
El derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social.
El derecho a un nombre y a una nacionalidad desde su nacimiento.
El derecho a una alimentación, vivienda y atención médica adecuada.
El derecho a una educación y a un tratamiento especial para aquellos niños que sufren alguna discapacidad mental o física.
El derecho a la comprensión y al amor de los padres y de la sociedad.
El derecho a actividades recreativas y a una educación gratuita.
El derecho a estar entre los primeros en recibir ayuda en cualquier circunstancia.
El derecho a la protección contra cualquier forma de abandono, crueldad y explotación.
El derecho a ser criado con un espíritu de comprensión sexual, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.
Todavía hay países en el mundo que incumplen estos principios permitiendo la explotación de niños y niñas en trabajos en condiciones de esclavitud, en prácticas sexuales obligadas, en educación en fanatismos, en participación en la guerra, y otras prácticas atentatorias contra la dignidad, la pureza y la fragilidad emocional de la infancia. El resto del mundo debe establecer una lucha sin cuartel contra esta abominable carencia de ética que implica la infelicidad de muchos seres inocentes.