Ricky Rubio, durante el partido - Foto: FEB.
Las primeras conversaciones, salvo excepciones, suelen marcar la relación que tendremos con una persona. Elmer Bennett, ex jugador, entre otros, de Baskonia, Madrid y Penya, apenas tardó en darse cuenta de que sería una especie de tutor para aquel adolescente inquieto que preguntaba mucho y que parecía no tener miedo a nada. En Badalona Benito apadrinó a un Ricky Rubio (El Masnou, 1990) que reaccionaba con naturalidad al eco que provocaba con 14 años. Aítor era su valedor y formador. Ahora, con 23, Ricky ya cuenta con 100 internacionalidades. Las celebró ante Francia con un partido notable y un primer cuarto de matrícula de honor. En esos primeros minutos demostró con recuperaciones (tres), puntos (cuatro) y dotando al equipo de una velocidad supersónica (cinco asistencias). Gestos que corroboraron su valoración de horas antes: “Estoy en mi mejor momento físico como profesional”. Es el base titular de una España que se aseguró el primer puesto en el grupo A de su Copa del Mundo y acabó aplastando por 88-64 al equipo que le había ganado en las semifinales de Eslovenia y que echa a falta a su estrella Tony Parker y o otros jugadores de peso como Noah o Ajinça.
Mientras espera rival en octavos (Croacia, Senegal o Puerto Rico), el grupo de Orenga cuadra momentos en los que todas las piezas encajan a la perfección, desde el baile inicial de un Ricky que hacía sacar la lengua a Heurtel hasta el triple surrealista (o mejor dicho, marca de la casa) de Navarro para concluir el primer período (22-19) y el siguiente nada más empezar el siguiente cuarto. Dos latigazos de La Bomba servían de réplica a la hiperactividad de Diot, revulsivo junto a Batum de una Francia que empezaba a agujerear la defensa española, sin su concentración defensiva habitual. Ibaka, con dos tapones casi seguidos, marcó el camino a seguir, Llull recordó a ese jugador incontenible que es el Madrid y Rudy se arremangó en ataque, pero sobre todo en defensa, para frustrar definitivamente a un rival golpeado por los hermanos Gasol. Marc, servido sobre todo por Ricky, alcanzó los 17 puntos y Pau, esta vez más discreto, llegó a 15. Y, claro, por Ibaka, de poco, porque el grupo no le buscaba, a muchísimo.
Esta España se escribe con la R de Ricky Rubio y con la R de reacción, de la réplica del resto de jugadores, aunque unos estén más acertados y otros menos. Calderón jugó más minutos y más de base que de 2. Se le vio más suelto, por más que no tuviese puntería. Necesitaba esa confianza. Sergio Rodríguez fue el director de juego que menos jugó en un partido en el que todos los jugadores de la selección sumaron al menos dos puntos para disfrute del Palacio de los Deportes de Granada. La grada se sintió como en un restaurante o en un concierto y pidió en voz alta que quería ver en la pista a Reyes. "¡Felipe! ¡Felipe!", gritó, y Orenga, generoso con el jugador y con el público, puso por primera en el partido a Felipón. Después se estrenaron Claver y Abrines. Hacía rato que Ricky Rubio había marcado la pauta a seguir.