La fractura de España no llegará de golpe y sin causar dolor. será un proceso traumático y dañino que nos enfrentará a unos con otros, que causará víctimas y que podría terminar con la voladura de la España que conocemos. Será un proceso doloroso, acompañado de escándalos, desafíos, humillaciones, impuestos abusivos, endeudamiento, tensiones, fuga de dineros y de empresas, empobrecimiento de la sociedad, incremento de la violencia y con el establecimiento de la tensión como elemento dominante de nuestras vidas.
Aunque el proceso de ruptura ya se ha iniciado y tiene sus plazas fuertes en Cataluña y el País Vasco, el proyecto de destrucción de la España actual incluye la incorporación de Navarra, Baleares y Valencia a las corrientes independentistas y la creación de un ambiente de enfrentamiento civil parecido al que provocó la guerra civil de 1936-39.
El PP, que es un partido con enormes deudas contraídas con los españoles por haber colaborado con el nacionalismo y haber alimentado, junto con el PSOE, el monstruo del nacionalismo y del odio a España en tierras vascas y catalanas, parece haber cambiado de rumbo con Pablo Casado y ahora tiene pánico a la voladura de la nación, mientras que el PSOE es, junto con Podemos, el gran apoyo de los nacionalistas y la quinta columna de los dinamiteros, incrustada en el corazón del Estado.
La gravedad del momento nos empuja a restar prioridad y relegar problemas tan graves como la corrupción, el abuso de poder, los impuestos abusivos, las mentiras del poder, la desigualdad, la injusticia, el incumplimiento de las promesas electorales, la financiación de los partidos y otros muchos, para centrar la atención en el drama de una España cuya existencia como nación está en peligro. Si gana el PSOE y forma gobierno apoyado por los partidos de la deslealtad y el odio, España quizás esté perdida.
Cuando se abran las urnas el 28 de abril, muchos acudiremos a los centros de votación con solemnidad y con el corazón encogido, conscientes de que nos jugamos el destino de nuestra nación y que depositaremos nuestras papeletas tristemente divididos en dos bloques, como ocurrió en vísperas de la Guerra Civil: los que quieren salvar la nación y los que votarán para que se despedace.
Francisco Rubiales