Una victoria en las próximas elecciones europeas del PSOE, PP, IU o los nacionalistas que les han acompañado en el saqueo y despojo tendrá un significado demoledor sobre los cada día más numerosos españoles que sueñan con la regeneración y la instauración de una verdadera democracia. La victoria de las corruptos sera la derrota del ciudadano y de la esperanza de un país que pugna por escapar de la zarpa de unos partidos que han transformado la democracia en un estercolero donde ellos son los dueños del océano de basura que ellos mismos han generado.
La crisis y, sobre todo, la corrupción y el abuso de poder de la clase política han despertado la conciencia de millones de españoles, que ya no se fían de sus dirigentes políticos, a los que culpan de haber conducido al país hasta lo que hoy es: un territorio maldito por la desigualdad, el desempleo, la pérdida de derechos, el hundimiento de los valores y la hegemonía de los que siembran la sociedad de división envidia y rencor.
Muchos ciudadanos pugnan por unirte en torno a un programa político común, decente y democrático, conscientes de que si lo logran derrotarán a los partidos políticos tradicionales, pero la sociedad está enferma porque ha sido infectada conscientemente por los políticos, sabedores de que una sociedad dividida, fanatizada, inculta y llena de envidia y odio les pertenece y es fácil de dominar.
Pero esa unidad no termina de cuajar porque los partidos políticos, conscientes de que la unión de los ciudadanos representa el fin de su dominio, se dedican a enviar a sus peones para dinamitar las asambleas y sembrar el proceso de unidad de insidias, sospechas y falsedades. Los infiltrados de los partidos están haciendo su sucia labor e impidiendo la esperanza.
Los partidos quieren que el poder permanezca en sus manos y solo toleran que nazcan partidos pequeños e insignificantes, cuyas posibilidades de darse a conocer son casi nulas. Pero están dispuestos a luchar con todas sus fuerzas, incluso empleando recursos mafiosos y canallas, contra cualquier regeneración que sea portadora de esperanza y que abra las puertas a una sociedad mejor que el bodrio lamentable e injusto que ellos ha construido.
Esa es nuestra realidad presente. El ciudadano lucha contra lo que se ha convertido en su peor enemigo: los partidos políticos. Si alguno de esos viejos partidos culpables del desastre de España vuelve a ganar en las próximas elecciones o consigue algún tipo de hegemonía política, el ciudadano habrá perdido y la esperanza habrá muerto un poco mas en España. La única victoria de la decencia es erradicar a los partidos infectados.