David Hume postuló un argumento sencillo y elocuente para enfrentar la pretensión de que creamos en milagros. La vida nos enseña a todos, escribe Hume, que hay muchas personas que se engañan a sí mismas, que son engañadas por otras, o que quieren engañar a las demás. Como no hemos visto el milagro o no tenemos evidencias suficientes para creer en él, es más razonable suponer que los demás se engañan, son engañados, o quieren engañarnos a nosotros. Lo que hay que explicar, sigue Hume, no es el supuesto milagro, sino el hecho de que se nos diga que un milagro se ha producido. No es que no debamos creer en lo que no vemos, ni que sea imposible que algo contrario al sentido común un buen día muestre evidencias de ser verdadero, sino que es necesario exigir al interlocutor que sostiene algo que contradice nuestra experiencia inmediata y el conocimiento consensuado, que aporte pruebas que sean más creíbles que la experiencia en sí misma, argumentos no falaces para que resulte más racional creer en lo que el otro dice en vez de suponer que se engaña, es engañado, o quiere engañarnos.
Borges refirió al exceso de credulidad en el “Informe de Brodie”, donde el narrador cuenta que el vulgo atribuye a unos hechiceros el poder de transformar en hormigas o en tortugas a quienes así lo desean. Al advertir la incredulidad del narrador, un individuo le muestra un hormiguero, como si se tratara de una prueba contundente de la metamorfosis.
Necesitamos establecer nexos causales para sobrevivir, pero tengamos cuidado cuando asociamos ideas porque pueden llevarnos a ver fantasmas o introducirnos en un hormiguero, y quizá los caminos del dislate sean muchos más que dos.
Por tanto, si alguien piensa que seguir manteniendo un régimen político corrupto desde sus cimientos,(que por falta de imaginación llegan a la crueldad) votando al otro grupo oficial en liza que igualmente forma parte del entramado usurpador y reaccionario, se ha creído lo que le han dicho a pie juntillas sin plantearse lo vivido en su vida hasta entonces. Ir a votar es creer en milagros.
Seguir votando es seguir haciendo depender la propia vida de las intenciones de otro. Eso es muy serio para permitirlo por más tiempo. No se trata de un acto de fe.
La situación es ciertamente dramática y tomar el poder se hace necesario. Tomarlo no es solo un asunto de necesidad, sino de supervivencia. Sin ser demócratas, veamos lo solidarios e igualitarios que somos. Queda poco para comprobarlo.