Posiblemente, esta sea una de las entradas más breves que escribiré en este blog. Sólo diré esto: Nunca he lamentado la muerte de un fascista convencido o comunista convencido. Ningún totalitario merece el respeto de un liberal y sí nuestro repudio. Lamento que aún existan personas en la derecha que estén demasiado vinculadas sentimentalmente a ciertas ideas y personas en vez de liberarse y pensar por sí mismos. La verdad es que estos años no han sido nada fácil para mí. He tenido que reorientar el debate desde aquello del “no a la izquierda” a uno realmente liberal – sí a la libertad de pensamiento contra los dogmas desde arriba. Una de “mis leyes” es que lo inesperado suele pasar y cuando eso ocurre, más te vale estar preparado. En este blog, nunca nadie se ha quedado plenamente a gusto. Los comunistas me detestan porque no le doy el “debido respeto” a sus muertos y ahora seguramente los fascistas se me echarán encima por no darle ninguna importancia a esta muerte y celebrar que exista un fascista menos. Pobrecitos. Aún no se dan cuenta que yo no escribo para darles placer. Escribo para expresar mis ideas.
Por otro lado, lamento el espectáculo de ayer por parte del Senador republicano Michael Grimm. Este es el GRAVE problema en mi partido – hay demasiada “basura blanca” (“white trash” como dicen aquí) incapaz de comportarse. Estoy hasta los mismísimos de esta gentuza fascista en el partido. Me acusan de “estalinista”, pero yo pido que en el próximo Congreso republicano, se expulsen a estos chusmas profesionales.
En resumen, no pienso lamentar la muerte de un fascista o “ultra” como Blas Piñar. Si no te gusta lo que digo, no vengas más por aquí porque seguramente no eres “de los nuestros”, no eres liberal ni capitalista.
Sin más que añadir.