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Especial Oscar: “Up in the air” y “Un hombre serio”

Publicado el 07 marzo 2010 por Elchapa
Las junté en principio porque son de las pocas películas nominadas que pude ver, y en segundo lugar porque realmente creo que merecen estar donde están; son dos films que son más de lo que aparentan, films con guiones de hierro y actuaciones memorables, films que sus directores controlan por completo, más que nada porque son directores consagrados (los Coen ya no me acuerdo cuando se consagraron, pero Jason Reitman se acaba de consagrar con “Up in the air”; nadie lo puede poner en duda). Espero que disfruten la gala esta y podamos llevarnos algunas sorpresas. Sin más preámbulos, las críticas de “Amor sin escalas” (horrible traducción aquí) y “Un hombre serio”. Porque aquí seguimos sin arriesgarnos con las predicciones (más aún cuando no vimos mucho), sino que simplemente tratamos de hacer crítica.
Amor sin escalas
Especial Oscar: “Up in the air” y “Un hombre serio”¿Qué queremos? A veces nuestra vida no alcanza para responder esa preguntan. Vivimos el día a día y no tenemos tiempo. A Ryan Bingham la misma persona le pregunta dos veces en “Up in the air”: “Qué querés?”. No puede dar una respuesta. Viaja por el mundo despidiendo gente para vivir y no tiene problemas para dormir; oímos su voz en off diciendo que el aire es su casa, los aeropuertos un recordatorio de que todo está bien; escuchamos sus conferencias que tienen todo que ver con dejar cualquier tipo de equipaje (literal y metafórico) atrás –en el camino- y aún así es incapaz de decidir qué es lo que quiere. Vive con una filosofía. Y parece que es algo que eligió y defiende, podemos intuir en conversaciones con las dos mujeres que irrumpen en medio de su sistemática y cómoda vida. Bueno, no todo lo que elegimos es necesariamente lo que queremos.
Ryan Bingham está interpretado por George Clooney como la clase de hombre con el que no nos gustaría meternos. No es lo más apropiado para su línea de trabajo, pero Clooney tiene esa habilidad de hacernos creer que es el mejor en lo que hace y eso es lo que pensamos de Bingham: imparable, perfecto, hombre de corazón frío con una sonrisa encantadora...y con clase también (estamos hablando de George Clooney). Hizo casi lo mismo en “Michael Clayton” (aquí mi crítica), pero sin la sonrisa. De hecho, Bingham es tan confiado que se enamora y está seguro de que todo saldrá bien.
Creo que “Up in the air” es una muy buena película porque el director Jason Reitman se asegura de que nunca nos vayamos de ese lugar. Presenta un personaje y le proporciona un ‘turning point’ (ver aquí detalles de la definición) que cualquier película de Hollywood terminaría de modo feliz –de hecho, su propia “Juno” (aquí mi crítica) hacía justamente eso- y decide poner todo en espera. Cada vez que Bingham está en la tierra, ya sea para una boda familiar o una reunión laboral, podemos presentir que el aire lo está llamando. Es algo que la película nos hace sentir con elementos: una música melancólica plagada de guitarras acústicas, algunas miradas de Bingham, algunas sonrisas que no parecen estar del todo bien. El truco es que esto no tiene que ser algo triste. Simplemente es lo que es.
Escuchamos el ruido de maletas cerrándose, tarjetas magnéticas haciendo ‘beep’, teléfonos celulares sonando. Así es como es en el aire. Una mujer, Kate (Vera Farmiga), llega y suena como la compañera perfecta para esa vida segura, suspendida. Parece compartir la filosofía de Ryan. Luego otra mujer, Natalie (Anna Kendrick), más joven, impulsiva y con ganas de aprender, suena a psicología barata –tiene una maestría en psicología- y promueve, con y sin intención (porque es joven e impulsiva) una versión de una vida “real”; la vida de las parejas casadas con hijos; la vida que parece planeada; la vida a la que Mark Loring le tenía tanto miedo y la vida para la que más de un personaje de este film no se siente preparado...aún así, la vida que atesoran cada hombre y mujer que Ryan despide.
La contradicción es obvia, y es el ‘turning point’ de Ryan. Pero los personajes en los films de Reitman nunca son obvios. Son inteligentes, peculiares, a veces gente extraña capaz de resolver contradicciones. El guión del director y Sheldon Turner, basado en una novela de Walter Kim, es intuitivo y poderosamente dramático sin ningún tipo de melodrama. Los empleados que son despedidos sufren y hablan la verdad, escuchamos cada una de sus palabras y sentimos empatía.
Pero sentimos empatía por Ryan también, porque lo podemos ver preguntándose, meditando. Las conversaciones que comparte con Karen por un lado, las discusiones (la mayoría) que tiene con Natalie por el otro, y una particular charla de a tres sobre la vida y el amor, son los momentos en los que la película necesita nuestra mayor atención. Los momentos sin música, los momentos en los que Ryan casi no dice nada que no pertenezca a su filosofía, pero al mismo tiempo los momentos en los que piensa o, al menos, se queda con algo para pensar. Lo podemos ver en sus ojos, aunque la convicción de las actuaciones de Kendrick y Farmiga ayudan a generar este efecto (actuaciones que, entre otras cosas, confirman que Allison Janney, J.K. Simmons, Jason Bateman y Jennifer Garner deberían haber tenido más chances en la temporada de premios con “Juno”).
Necesita Ryan una segunda oportunidad? ¿Se la merece? Por supuesto que “Up in the air” ofrece más preguntas que respuestas, y no creo que la travesía de su personaje principal tenga nada que ver con la redención. Con riesgo de analizar algo que quizá ni siquiera esté sugerido por la película, creo que la travesía de Ryan Bingham termina una vez que descubra qué es lo que quiere. Hay un par de escenas que muestran personas verdaderamente encantadas y alegres al pensar en las cosas que quieren. Una incluye al perfecto J.K. Simmons; la otra un mapa del mundo con muchas fotografías. Yo siempre he creído que el mundo sería distinto si todos hicieran lo que quieren porque siempre he sabido que no es lo que sucede la mayor parte del tiempo. No sé si sería un mundo mejor, pero distinto...distinto está bueno.
Un hombre serio
Especial Oscar: “Up in the air” y “Un hombre serio”El cine de los Coen es como hipnótico. Creo que por esta razón se han ganado una reputación de genios, locos. Siempre están dispuestos a dar una vuelta de tuerca más, a desafiar un poco al espectador entregando una historia que desde su planteamiento formal siempre es austera, sencilla, pero que en el fondo esconde algo; y ese algo hipnotiza. Ya me había pasado con “Sin lugar para los débiles” (un film del que todavía no pude escribir), en medida similar con otro relato actual pero más hilarante, “El gran Lebowski” (tampoco pude escribir) y más tarde con algo situado en el pasado, la peculiar “Barton Fink”.
Sí, están en lo correcto. Tampoco escribí acerca de “Barton Fink”, pero creo que su protagonista con lentes y algunos rulos, situado en un ambiente particular y en una época determinada es lo más similar a “Un hombre serio”, la última pieza producida, escrita y dirigida por los hermanitos. Les cuento que Barton Fink (un excelente John Turturro) estaba hipnotizado, al llegar a un rarísimo hotel en Hollywood. Cuando digo hipnotizado, me refiero a que estaba en una especie de trance, en el que no entendía nada pero tenía muy claro que algo tenía que hacer, si bien esto era algo que no sabía bien cómo hacerlo o si realmente lo quería hacer para empezar.
A Larry Gopnik (un excelente Michael Stuhlbarg) le sucede algo similar. Se va a hacer un chequeo médico y luego de que descubre que está bien, va a dar clase y se encuentra en su oficina con un alumno coreano que quiere sobornarlo para que lo haga aprobar un examen. Pero la idea del soborno la descubre tarde. Momentos luego, su amigo Sy Ableman lo llama para hablar con él, pero la conversación se corta y Larry llega a casa para enterarse que su mujer quiere divorciarse...y que se va a casar con Sy Ableman! Claro que Larry no está en Hollywood ni son los años 40; son los 60 y está inmerso en una comunidad judía en Minnesota. Sin embargo, su trance se activa cuando le ocurren todas estas cosas (sumadas a otras que ni mencioné) y él está completamente seguro de que ‘no ha hecho nada’.
Bueno, en realidad, sí ha hecho algo. Ha tratado de ser un buen hombre (lo que en la comunidad se conoce como un ‘hombre serio’), o al menos está tratando de serlo, pero esta serie de eventos irremediablemente lo correrá de su camino. No hay absurdo aquí, no hay delirio al estilo de “El gran Lebowski”. Mi idea en este momento es que queremos atribuir estas características al cine de los Coen porque puede resultarnos más fácil, pero lo cierto es que “Un hombre serio” es una película oscura; seria como su título. También lo era “Barton Fink”, aunque ambos films tengan una pizca de humor –negro, hay que aclarar- y tengan momentos que rompan la paz/trance del relato.
Hablamos de películas en las que todo está a punto de explotar, pero no al estilo de las frustraciones de la clase media de Allan Ball y su “Belleza Americana” derivado en “Six Feet Under”, sino a un nivel más humano, casi existencial. No es casualidad que se escuchen ruidos similares a un bombardeo a lo largo de “Un hombre serio” ni es casualidad el final del film; ni que Ed Tom Bell (un excelente Tommy Lee Jones) medite con su voz en off acerca de la relación del hombre y el mundo que lo rodea en “Sin lugar para los débiles” ni el final del film; mucho menos el hecho de que Barton Fink no acepte un mundo que no sea liderado por la clase trabajadora a la que defiende y sobre la cual escribe. No es casualidad el final desolador de “Barton Fink”.
Hay gente mala en el mundo, aún en el universo de los Coen, bastante asociado con la comedia. Nos confundimos y nos olvidamos de que en “Barton Fink” tenemos que sospechar de la jovialidad Charlie Medows (un excelente John Goodman) y de que aquí tenemos que dudar de la amabilidad y tranquilidad de Sy Ableman. Nadie está libre de pecado, ya verán, mucho menos Larry y su familia, en este film tan anclado en la religión.
Está entre los logros de la película el situar el contexto en una época en la que la religión judía se veía más generalmente de manera ortodoxa. En este contexto es válido todo lo que ocurre, desde los sueños delirantes hasta las apariciones de los muertos, y especialmente la búsqueda de Larry de alguna respuesta ante los rabinos de la comunidad. Creo además que está claro que el film está pensado para todos los gustos y religiones, aunque algo parece mostrar que la persona de religión judía, de algún modo, se identificará más con los personajes. Más allá de todo el trasfondo judío, hay otras cosas que son marca personal de los Coen, entre ellas los sueños y las apariciones mencionados, todo parte de un guión increíblemente original y de múltiples líneas argumentales (muchas de las cuales no encuentran conclusión) que incluye un destacado relato de un dentista y su paciente que un rabino le cuenta a Larry.
Son estas cosas graciosas? Sí. Yo dije que “Un hombre serio” tenía su cuota de comedia, aunque la mayoría venga de reírse de los personajes. Pero me resulta un ejercicio interesante pensar qué hay detrás de estos sellos cómicos. La puesta en escena del film es, al igual que en “Sin lugar para los débiles”, tranquilizadoramente perturbadora; y el sonido de ambiente de Carter Burwell de aquella película ha sido reemplazado por una muy buena música que acompaña el estado de ánimo buscado. Si no nos sintiéramos perturbados (iba a decir hipnotizados, pero los Coen hipnotizan siempre), no pensaríamos en que algo más triste se esconde detrás del principio de incertidumbre que tan bien explica el profesor Larry Gopnik.
Claro que la magia de la película está en saber que las respuestas definitivamente no las tiene el profesor, ni los rabinos, ni nosotros, ni los hermanos que la hicieron. Es como lo que le dice un personaje a Larry en algún momento del film, que tiene que ver con algo que los Coen quieren incrustarnos en la cabeza hace tiempo: “Acepta el misterio”. Si no se conforman, a la salida del cine nadie les quita el derecho a seguir preguntando.
---Un 8 a las dos pelis??
Saludos Sospechosos!

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