Parece ser que, dentro de los canales generalistas americanos,
la ABC ha sido la cadena que mejor (o eso parece hasta ahora)
ha hecho las cosas en esta nueva temporada televisiva. Una vez estrenadas casi todas las nuevas series, ya podemos decir con bastante convicción que, hayan tenido éxito de audiencia o no (ese es otro tema), en cuanto a calidad se refiere, la mayoría de ellas no valen ni para usarse en un momento dado como Kleenex seriéfilos. Por eso mismo, llama especialmente la atención que
tres de los mejores estrenos que se han producido hasta la fecha,
Pan Am, Once Upon a Time, y Suburgatory, sean todas de una misma cadena (la ABC), cuyo acierto en los últimos años no es que sea precisamente como para ponerse a dar palmas con las orejas. Dejando a un lado Suburgatory, la cual no he visto aún, procedo a dejar mis primeras impresiones sobre estas dos nuevas series del canal del abecedario que, de momento, parece están dejando muy buenas críticas en todos aquellos que las han visto...
"Blancanieves y el principe
sin su final feliz"
Recuerdo que cuando vi
el tráiler de Once Upon a Time, pensé “Vaya pedazo de tontería que nos van a largar estos de la ABC”. Mis dudas se apaciguaron un poco al saber que, detrás del proyecto, estaban dos de los guionistas de
Lost (
Horowitz y Kitsis), aunque este hecho nunca fue suficiente como para que me tomara realmente en serio la posibilidad de ver la serie en el futuro. Por casualidades de la vida, o más bien por curiosidad, y otras conjunciones astro-temporales que no vienen al caso, se me ofreció la posibilidad de ver su piloto en el festival de series de Madrid, y allí que me fui. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme con
una historia mucho mejor contada de lo esperado, y que desde luego, no se parecía en nada a la imagen de serie que yo me había montado en la cabeza meses atrás.
"La esperanza de fantasía
en las manos de una bala perdida"
Once Upon a Time nos trae los cuentos clásicos de siempre, trasladándolos a la vida moderna, en un juego de espejos rotos que recuerda mucho al cruce de líneas temporales de la última temporada de Lost. Y las similitudes no acaban ahí. Los cierres de algunas escenas, el uso de la banda sonora, y el enfoque de algunos personajes también están claramente influenciados por la serie de la isla perdida en la que ya trabajaron sus dos responsables aquí presentes.
Lo primero que salta a la vista es que
con otro enfoque más infantil y/o más efectista, la trama podría haber sido un completo desastre, o al menos mucho menos interesante de lo que finalmente resulta. Gracias a los elementos heredados de Lost, y a otros ajenos a la simpleza de los cuentos infantiles, como por ejemplo las interpretaciones (tomadas éstas más en serio), o al tono general de la serie (más oscuro y sutil), hacen que toda esa inocencia entrañable y familiar pero lejana al telespectador más adulto, propia de los cuentos de hadas, se convierta en algo mucho más estimulante de lo que cabría esperar. Así pues nos adentramos rápidamente en
un universo propio (aunque siempre muy reconocible), donde lo que realmente importa es ir descubriendo que papel van a jugar los diferentes personajes de siempre en un mundo al que, sin duda, no pertenecen, pero del que, por otra parte, no pueden escapar, porque ni siquiera son conscientes de sí mismos. Ahí radica la magia de la serie, y en ese lugar estará siempre escondido el secreto de su éxito o el de su fracaso.
Aunque, como ya he dicho, el planteamiento resulte brillante y muy seductor,
que el desarrollo de la historia sea igual de cautivador es una incógnita que me sigue dejando demasiadas dudas. Pero no adelantemos acontecimientos. Lo que importa ahora es que, de momento, estoy dispuesto a seguir leyendo más allá de ese “Erase una vez”. Lo demás, por ahora, sólo son cuentos chinos.
"Cristina Ricci pone
un toque Freak a
una historía tan luminosa"
Y si Once Upon a Time sobresale en gran parte por una pausa, y una oscuridad (tampoco tanta, no vayamos a exagerar) no esperadas, Pan Am lo hace precisamente por su tono dinámico y muy luminoso (y sin duda algo azucarado). Aunque a mí no me haya entusiasmado tanto como al resto de la blogosfera seriéfila, el piloto deslumbra (a veces hasta ciega), por
una producción extremadamente cuidada, y sobre todo por
un ritmo que no deja de fluir en ningún momento atrapando al espectador como lo hiciera un escaparate lleno de luces de colores con un ávido consumidor. Y es que si en Mad Men descubrimos todo lo que se oculta en la trastienda de una época especialmente idealizada, en Pan Am lo que se nos cuenta son los entresijos de la fachada de esa misma tienda en esa misma época.
Ligera, sin demasiados dobleces, y sobre todo muy entretenida, Pan Am no pretende (como Mad Men) ahondar en las miserias o encrucijadas del alma humana, sino proponernos
un divertido viaje en avión por el interior de un momento histórico determinado en el que todo parecía más bonito. A través de varias azafatas de la compañía que da nombre a la serie, se nos cuentan varias
historias de esas que no dejan poso pero que entretienen “que tú no sabes cómo”. Con cuatro esbozos de guión, dos o tres flashbacks, y algunas pinceladas más de brillantes colores, enseguida logramos empatizar con los principales personajes (o más bien con casi todos), y rápidamente pasamos a ser pasajeros interesados de ese avión que oculta en su interior más secretos y misterios de los que se ven a simple vista.
Tramas de espionaje, amores imposibles, envidias profesionales, y algo de exaltación socio-política son principalmente los temas que se nos muestran en esta, muy estimulante, introducción, donde lo que importa realmente no es descubrir la quinta esencia del ser humano ni mucho menos, sino más bien pasar un viaje agradable de “salidas, desvios y llegadas” sin demasiados altibajos. Ya que la audiencia no acompaña demasiado, esperemos que no haya demasiadas turbulencias en las próximas semanas y la serie pueda aterrizar en su destino final sin demasiados problemas.