Tras Charles Chaplin, muchos han sido los intérpretes que han visitado el lado oculto de la cámara para firmar sus propios proyectos. Desde Lawrence Olivier a Mel Gibson, con el imprescindible Clint Eastwood de por medio, sin olvidar a Jodie Foster o Angelina Jolie. Dentro de nuestras fronteras destacan por la cantidad y calidad de su producción Icíar Bollaín, con El olivo todavía muy reciente, y Fernando Fernán Gómez, autor de la más personal, oscura y maravillosa película que haya dado el cine español, El extraño viaje, emparentada en su malditismo con otra obra maestra indiscutible, La noche del cazador, cuya mala acogida por una crítica obtusa propició que Charles Laughton se levantara para siempre de la silla del director para regresar a sus eminentes labores interpretativas. Afortunadamente, el futuro de Raúl Arévalo en estos menesteres se nos antoja diametralmente opuesto.
El actor de Azuloscurocasinegro o El camino de los ingleses se ha enriquecido de la experiencia adquirida de tipos como Daniel Sánchez Arévalo y Antonio Banderas (otro “tránsfuga”), pero para su debut ha buscado beber, inteligentemente, de las sabias fuentes de Alberto Rodríguez, con quien coincidió en La isla mínima. No hay más que ver el rompedor inicio, una espectacular persecución automovilística modélicamente rodada en un plano secuencia, para recordar la trepidante carrera por los tejados de Grupo 7. El coche termina estrellado. Su conductor (Luis Callejo), en la cárcel. El motivo, un atraco a mano armada.
Tras los créditos, la trama nos acerca a un bar donde un tipo tímido y taciturno (Antonio de la Torre) se enamora de la mujer que regenta el establecimiento, que resulta ser la pareja de aquel chófer que todavía se encuentra cumpliendo condena pero próximo a salir de prisión.
Arévalo, co escritor del filme, divide la narración en capítulos, introducidos por un título conceptual que describe su contenido, que propician un recorrido lento pero seguro que añade elementos que van haciendo crecer paulatinamente el interés de la cinta.
Tanto la propuesta estética como la elección de intérpretes y su dirección resultan capitales a la hora de valorar el resultado final. La decisión de rodar en Súper-16mm. atribuye una textura granulada a la imagen que, junto a la sobriedad de la fotografía, contribuye a la creación de una atmósfera enrarecida subrayada por la magnífica banda sonora de Lucio Godoy y Vanessa Garde que evoca, con mucha intención y acierto, la de Los santos inocentes. El trabajo del realizador con el reparto, fabuloso, como era de esperar. Consigue sobresalientes trabajos de unos inconmensurables Antonio de la Torre, Luis Callejo y un sorprendente Manolo Solo, con marcado acento andaluz, a los que nos encontraremos en la próxima edición de los Goya junto a varios miembros más del equipo.
Raúl Arévalo nos ha dejado boquiabiertos con un primer largometraje tremendamente sólido que juega con la mezcla de géneros sin perder nunca el norte. Cine negro, costumbrismo, película de carretera, drama carcelario y western conviven en este inquietante guión que desprende cierto aroma a El secreto de sus ojos.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Agosto la Película, La Canica Films. Cortesía de eOne Films Spain. Reservados todos los derechos.
Tarde para la ira
Dirección: Raúl Arévalo
Guión: Raúl Arévalo y David Pulido
Intérpretes: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz
Fotografía: Arnau Vals Colomer
Música: Lucio Godoy, Vanessa Garde
Montaje: Ángel Hernández Zoido
Duración: 92 min.
España, 2016