Especial San Valentín: En tiempos difíciles, lo importante es el amor.

Publicado el 26 febrero 2019 por Marisol Marisol Fernández Recalde

En este último especial quisiera hablarles de una pareja, los cuales aparecieron en el capítulo IV de Hijo de hombre, escrito por Augusto Roa Bastos: Casiano y Natividad.

La novela en sí está completamente alejada del género romántico. Sin embargo, esta pareja ha demostrado que, en tiempos difíciles, lo importante es el amor y el apoyo mutuo. Y más después de todo lo que sufrieron por buscar la libertad y brindar una vida digna al hijo que tuvieron en cautiverio.

El capítulo trata sobre el trabajo duro de los mensú, unos obreros (o mejor dicho, esclavos), que trabajaban en los grandes yerbales que existían a inicios del siglo en Paraguay.

El país, luego de la Guerra de la Triple Alianza, sufrió una deuda grande que contribuyó a que el gobierno vendiera grandes extensiones de tierras a latifundistas extranjeros. Así es como surgieron los yerbales, unas tierras ocultas en el monte donde predominaba un sistema feudal terrible, en el que a los mensú se les proveían de alimentos y techo, pero al no poseer dinero ni bienes materiales que trocar, debían realizar trabajos pesados para aplacar las deudas. Sin embargo, esas deudas, en vez de disminuir, aumentaban. Y así cada vez se hundían más en los trabajos forzados y muertes por la mala calidad de vida.

Al inicio Casiano y Natividad estaban saliendo de una rebelión que surgió en su pueblo, Sapukai, dejándolos en una crisis financiera enorme. Sin embargo, les ofrecieron la oportunidad de trabajar en las tierras de Takuru puku, que quedaban hacia el sudeste (sería cerca del río Monday, que se sitúa próximo a la Triple Frontera de Paraguay-Argentina-Brasil). Ellos aceptaron, creyendo ingenuamente que sus vidas mejorarían para bien. Antes del viaje les entregan un dinero, con el cual se compran ropas y comida. Lo que no se percatan es que, con eso, ya obtuvieron su primera gran deuda.

Cuando llegan al lugar, les asignan sus respectivos puestos de trabajo y se percatan de que todo sale el doble del precio, en especial las ropas. Y mientras más trabajan, más aumentan los costos y terminan adeudándose cada vez más. Aún así, se tienen al uno y al otro y, sin decirse mucho, se prometen que estarían juntos en las buenas y en las malas.

La situación en sí es muy desesperante. Pareciera que las esperanzas de una mejor vida se van alejando, pero todavía permanecen unidos. Y son de esas parejas que se entienden a la perfección. Casiano se niega a entregar a su mujer, aún cuando se le da la posibilidad de marcharse y ser libre. Y Nati vela por Casiano cuando éste sucumbe a la locura al final.

A continuación, transcribiré algunos párrafos de este capítulo, donde describen a la perfección cómo era la relación de Casiano y Nati durante su permanencia en el yerbal.

“Nati le pasaba las manos por los pegoteados cabellos. A la luz de los carbones encendidos hablaban más con los ojos que con las palabras, y en la oscuridad con sólo estar juntos. No necesitaban más para comprenderse, puesto que entre un hombre y una mujer todo está dicho desde el comienzo del mundo. Ellos se juntaban y se apoyaban en esa humilde comprensión de plantas, de animales, de seres purificados por la desgracia. Sus vidas podían romperse juntas, pero no separarse. Eso era tal vez lo que su cariño les hacía creer”. 

“Así transcurrió el primer año. Fue como un siglo. Pero ellos por lo menos estaban juntos”. 

“Cada vez que Casiano caía, Nati lo ayudaba a levantarse, le infundía fuerzas, lo empujaba sin descanso en esa marcha enloquecida y desesperada, que se abría paso en la selva por picadas y desmontes”. 

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