Al llegar a la presa, lo primero que me llamó la atención fue la gran cantidad de Black Bass (Micropterus salmoides) que nadaban cerca de la orilla. Esta especie invasora se introdujo en nuestro país en 1955 y luego fue soltada por algunos pescadores deportivos en muchas masas de agua, ocupando actualmente gran cantidad de humedales en toda la Península ibérica, tanto naturales como artificiales.
El Black bass ha sido catalogado por la UICN como una de las 100 especies invasoras más peligrosas del mundo, ya que es un gran depredador y se reproduce explosivamente si encuentra un hábitat adecuado, poniendo en peligro a numerosas especies de peces autóctonos, así como de anfibios y todo tipo de fauna acuática.
Como prueba se su elevada tasa de reproducción, en la foto siguiente podemos ver una pequeña parte de un enorme banco de alevines de esta especie que nadaban muy cerca de la superficie. En esta especie, los machos excavan un nido en el fondo y cuidan las puestas de varias hembras hasta que eclosionan los huevos y posteriormente hasta que los alevines alcanzan unos 2 cm de longitud. Luego se desentenderá de ellos y los pequeños peces se reunirán en grandes grupos con otros alevines.
El carácter invasor de esta especie hizo que fuera incorporada en 2011 en la ampliación del catálogo de especies invasoras (Real Decreto 1628/2011 de 14 de noviembre) que incluía a 404 especies de plantas y animales. En este Real Decreto se prohibía expresamente la suelta de dichas especies y se proponían medidas para la erradicación de las mismas de aquellos lugares en los que ya se habían establecido.
Como era esperable, ese decreto fue recurrido por las asociaciones de pesca de Black bass e incluso por algunas administraciones autonómicas, apoyándose en dos argumentos: "porque su pesca era muy gratificante y porque proporcionaba importantes ingresos económicos". Después de varios años de disputas, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón y posteriormente otros tribunales, decidieron dar más peso a los argumentos lúdicos y económicos que a los argumentos científicos y decidieron indultar a la especie y sacarla del catálogo, algo completamente inaudito y un completo contrasentido, porque el carácter invasor de una especie no lo decide un tribunal de justicia sino unos argumentos científicos.
Pero cuando observaba los bancos de Black bass llegó la auténtica sorpresa del día. De repente me pareció ver lo que en un principio pensé que era una anguila que nadaba frenéticamente entre ellos. Cuando la vi por segunda vez comprobé que no se trataba de una anguila, sino de una Lamprea (Petromyzon marinus), que era lo último que me esperaba encontrar en ese lugar.
No me podía explicar como la lamprea había podido llegar hasta allí. Era imposible que ascendiera por la presa y no parecía demasiado creíble que alguien la hubiera capturado y soltado en el embalse. Finalmente, después de hablar con un amigo, la explicación pareció la más lógica, de hecho ya se había confirmado antes. La lamprea había sido bombeada desde el Narcea y después de recorrer los 27 km del canal, acabó allí, perdida y sin ninguna posibilidad de reproducirse.
Un hecho como este nos debe poner alerta sobre el efecto de los trasvases y canalizaciones entre distintas cuencas fluviales, ya que entre otras cosas son una fuente de introducción de especies invasoras, como ya se ha confirmado en el trasvase Tajo-Segura, y también puede dar lugar a que tanto poblaciones aisladas de algunas especies entren en contacto, o incluso especies próximas pero genéticamente distintas puedan hibridarse entre si al juntarse.