Espera un momento – @candid_albicans

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Joder, ¿a quién se le ocurre pasar el aspirador tan temprano un domingo? Pero si sólo es la una del mediodía. Entre el ruído y la luz que se cuela entre las cortinas me va a reventar la cabeza.

Ayer me volví a pasar con las cervezas, los gintonics y a saber qué más mierdas he bebido. Tenía que haber hecho bomba de humo con Miguel mientras todavía estaba medio sobrio, y hubiese vuelto pronto y en coche. Por no hablar del resacón que me estaría ahorrando.

Los domingos por la mañana es raro que tenga notificaciones de WhatsApp, salvo alguna de mi madre preguntándome si voy a ir a comer. Hoy no se ha acordado de mí, pero sin embargo tengo un mensaje de Laura. Ya estoy sonriendo como un idiota, y todavía no lo he leído.

Laura es mi amiga de la infancia, mi primer cigarro a escondidas y mi primera borrachera. Siempre hemos estado muy unidos, aunque no como a mí me gustaría, pero es algo con lo que he aprendido a vivir. Dicen por ahí que un hombre y una mujer no pueden ser amigos. Pues vaya gilipollez. Yo digo que si uno de los dos quiere cerca al otro como sea, la amistad se convierte en una opción más que aceptable. Ella no sabe lo que siento. Tengo miedo de decírselo y que se aleje consciente o inconscientemente; así que continuaré siendo el que ella llama su mejor amigo. Me conformo con eso. Quiero estar cerca para asegurarme de que está bien, de que la vida la trata como merece. Y si algún día el suelo se abre a sus pies, yo estaré ahí para sujetarla. Siempre.

En su mensaje me pregunta que si puedo bajar un rato a tomar un café, que tiene que hablar conmigo. Apuesto a que es acerca de Alberto; la habrá dejado tirada de nuevo, el hijo de puta. Por supuesto que iré y le diré una vez más que se merece a alguien que la trate mucho mejor que ese desgraciado, cuando lo que muero por decirle es que la quiero desde que tengo uso de razón.

Puta cobardía.

Está preciosa con el pelo recogido en una coleta despeinada, sus vaqueros gastados y la camiseta de Misfits que le regalé por su cumpleaños. Tiene la voz algo quebrada, y ha roto a llorar en cuanto la he abrazado. No soporto verla así, y lo único que puedo hacer es escucharla y permanecer a su lado mientras sus lágrimas me calan completamente.

Nos terminamos el café entre chistes forzados por mi parte, unos cuantos cigarros, y la imperiosa necesidad de abrazarla, de tomar su cara entre mis manos y besarla. Y esta es la lucha diaria que libran razón y corazón. La putada es que no gana ninguno de los dos. Gana mi cobardía, el miedo a perderla, el conformarme con estas migas.

Saliendo de la cafetería me comenta que va a darle a Alberto otra oportunidad, que quizás el problema sea ella. Joder. No…

-¡No!

Mierda, se me ha escapado. Me encuentro sus ojos clavados en los míos.

-¿Qué pasa, Fran? ¿Se te ha olvidado algo?

-No, nada.

-Vale, entonces ya te llamo un día de estos y te voy contando. Gracias por venir, eres lo mejor del mundo.

No sé si fue que todavía estaba borracho, o esa negación que había salido de mi boca me había servido como catapulta para apostar por todo o nada, pronuncié las primeras palabras de lo que estaba a punto de convertirse en toda una confesión.

-Laura… espera un momento.

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