Espera un momento. Dijiste y esperé.
Porque el momento eras tú.
Era aquella tarde soleada de Marzo.
Era esa canción que se cuela en la noche.
Era el beso.
Era la copa de despúes de desayunar y el no me acuerdo de tu nombre.
Era perderse en la inmensidad del mar que esconden tus ojos.
Eran los días azules.
Era la electricidad.
Era robarle las horas a los días perdidos entre las sábanas.
Era la naturalidad del alma.
Era el momento perfecto, disfrazado de casualidad.
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