Esperando a los osos en Muniellos

Por Ana Undurraga

Bosque cerca de Muniellos


Entre las olvidadas montañas de Occidente a la sombra de los Picos de Europa, se ha conservado el mejor bosque atlántico de toda España, la mayor extensión de roble albar de la Península y una de las mayores de Europa. Muniellos, en Asturias, es un recuerdo de lo que fueron nuestros bosques en el pasado. Y si se ha conservado así es por lo abrupto de su relieve y por la poca gente que vive por allí.


Este lugar, reserva de la biosfera es inaccesible y poder visitarlo es bastante difícil, ya que sólo se admiten 20 personas al día por rigurosa petición previa, mínima de quince días de antelación. Si el objetivo es ese, no queda otra que programarlo con tiempo. Internarse en su interior ofrecerá una visión especial sin duda.

En este lugar es donde se encuentra la mayor parte de la población cantábrica de oso pardo (Ursus arctos), se estima que por estos montes se localizan como unos 180 osos y existe la posibilidad de ir a observarlos en las inmediaciones de Muniellos.


Así que con esta expectativa de bosque encantado, de osos, de naturaleza salvaje nos fuimos a finales de mayo a ver osos.

Nos alojamos en una casa rural del municipio de Degaña, y el paisaje y las aldeas que iba viendo por el camino para llegar allí, me indicaban que me acercaba a otro mundo muy diferente de aquel en el que habito, de la ciudad y su aceleramiento, el bullicio, las luces, me acercaba a otro lugar donde se respira la calma, la humedad, incluso se escucha el silencio. Apenas cuatro luces que iluminan las aldeas.

La mañana del sábado comienza la espera del oso, sobre las 7 de la mañana, al llegar al lugar donde nos han dicho, ya había allí una persona con su telescopio, hacía un frío terrible, una humedad importante. Uno no puede entrar en calor al estar quieto con los prismáticos, así que yo anduve un poco por la zona tomando fotos. Poco a poco, fue viniendo más gente con sus equipos telescópicos, ya nos dimos cuenta de que la mejor opción para ver algo es el telescopio, pues la distancia, si aparecen los osos, es considerable. No apareció ningún oso después de 4 largas horas, pero la conexión con la gente fue total y aprendí un montón de cosas. Así que fuimos con más gente a buscar al oso a otro lugar. Aquí la montaña estaba aún más lejos y cuando los compañeros vieron un oso, yo con mis prismáticos ni siquiera lo distinguía, lo vi en su telescopio. Pero la espera aún seguía y quedamos al atardecer en otro lugar para seguir esperando.

Aquí hay un oso


Aprovechamos el intervalo de la comida para recorrer Muniellos por la ruta de los puertos, para obtener una visión general de este lugar. Al atardecer, una caminata de 30 minutos monte arriba, entre hayas y robles nos llevó a otro lugar de observación, allí había un grupo numeroso de gente. Durante toda la tarde que llevaban allí el oso no había aparecido, pero no pasaron 5 minutos cuando de repente alguien vio no uno, ni dos, sino tres osos. Apuntamos todos prismáticos, telescopios y seguimos la evolución de los animales, nunca hubiera pensado que un animal aparentemente torpe, corriera monte abajo como lo hizo. Un oso puede recorrer al día como unos 50 Km. Esta vez sí podía decir que había visto un oso de verdad, en su ambiente.

                                              




Al día siguiente hicimos la espera en el mismo lugar que el día anterior, pero no a las 7 de la mañana, sino un poco más tarde, esta vez apenas había gente, sólo una pareja que se había desplazado desde Oviedo, simplemente de excursión a ver si veían osos. Hacia los 12 de la mañana, cuando ya dábamos por perdido el día y nos disponíamos a marchar, de repente unos rebecos que teníamos enfrente en unas rocas, salieron corriendo alarmados, era señal inequívoca de que podía haber un oso cerca, y allí apareció. Seguimos sus evoluciones durante quizá unos 20 minutos hasta que se perdió en la espesura del bosque.

Rebeco