Esperando a los reyes magos.

Publicado el 30 septiembre 2012 por Poy
Hace ya unos meses en los que estoy deseando que llegue enero con sus reyes magos para poder tener ya un lector de libros electrónicos. Mirándolo bien es mucho más cómodo de llevar, de guardar, de ordenar, de comprar... Generalmente, como muchos de vosotros, supongo, suelo llevar un libro, más o menos pequeño en mi bolso para leer en aquellos ratos muertos, ya sabéis: cogiendo el tren, el autobús o esperando a alguien. O lo que sea. Como a todos, supongo también, me resulta bastante molesto. Tienes que escoger un libro que quepa en un bolso de tamaño medio, que no sea muy blando porque se estropea, ni con sobrecubierta porque se pierde. A veces, incluso estás leyendo dos libros a la vez, porque claro, si estás leyendo un libro de quinientas páginas... ¿dónde vas a meter ese tocho?

El lugar de los hechos xD

También está el tema precios. Es cierto que ahora mismo en España los e-books no tienen un precio especialmente reducido, sino más bien tienden a ser caros. Unos euros más barato, si acaso. Pero también hay excepciones, como Amazon. Además, en un solo aparatito electrónico, puedes meter miles de libros. No volverás a tener que escoger otro libro para que quepa en el bolso, ni mirar qué edición es mejor para hacerlo. Pero lo mejor de todo es que no tendrás problemas de espacio. Adiós a esa incómoda forma de meter los libros para que quepan en la estantería: en horizontal, uno encima de otro; en un armario con un gran fondo para ponerlos uno delante de otro, metidos en cualquier cajón...
Mientras pienso esto me quedo mirando mis estanterías. Lo cierto es que me resulta molesto tener que quitar algunos libros para coger los que están más abajo y hojearlos, pero quiero leer una escena de El dios de los animales, concretamente en la que Alice se reencuentra con su hermana. Me encanta guardar citas, recordar capítulos o escenas, y volverlos a leer tiempo después de acabar el libro. Esto también sería mucho más fácil con un lector de libros electrónicos, por cierto. Pero al mismo tiempo me encanta coger todos esos libros para quitarlos, que me distraen mientras llego a mi objetivo. Vuelvo a recordar sus historias con solo tocar el papel. El papel. ¿Qué tendrán los libros que huelen tan bien? Papel nuevo, papel viejo. Tinta. Cuando estoy a dos libros de agarrar mi objetivo reparo en Profecía, que está firmado. Esa es otra de las bonitas cosas que tiene el papel, ¿sabéis? Poder ir a una firma de libros, con todos tus ejemplares del autor en la maleta y que te los firme. Y encontrar la firma cuando le eches una ojeada al libro de nuevo. Y recordar el momento en el que te lo firmó. En este caso no fue en persona, y ni siquiera he leído el libro aún, así que lo vuelvo a poner en su sitio y cojo El dios de los animales. Lo miro, lo hojeo, leo la escena que quería releer. Me vuelve a gustar. Me acuerdo de la historia de nuevo. Paso rápidamente las páginas del libro mientras me llega ese olor a tinta y papel. Ese olor a historias contadas.
Vuelvo a ponerlo todo en su sitio antes de que alguien aparezca, me vea tirada en el suelo rodeada de libros y piense que estoy loca. Los vuelvo a apilar en mi estantería sabiendo que la próxima vez que los coja tendré que volver a armar un jaleo importante. Antes de levantarme del suelo paso los dedos por los lomos de los libros.
Tampoco tengo tantas ganas de comprarme ese lector de libros electrónicos.  

¡Nos leemos!

Poy