Esperando la fumata…

Por Puramariacreatriva

No sé yo porque está el mundo

boquiabierto y del revés,

esperando una fumata

que blanquísima ha de ser.

Solo sé que en la pantalla

de cualquier televisor

aparece a todas horas

un idéntico sermón:

esperando la fumata

(¡para esperas estoy yo!)

Parece ser que se encierran

orondísimos papables

que de purpura se visten

para parecer amables.

En un cuarto andan metidos,

más grande que mi salón,

con pinturas en el techo,

lo que aumenta la emoción

de estos señores gorditos

que a fumar han de jartarse

para hacer la hoguera grande.

Les he visto caminar

Con sus mocasines rojos

como una fila de indios,

la verdad, sin mucho arrojo.

Iban con las manos juntas

sobre su panza ampulosa,

mirando siempre hacia suelo

habrán perdido…¿qué cosa?

Qué tremendo me parece

que ciento y pico señores

tengan que pagarse un viaje

para poderse fumar

todo lo que a ellos les place.

Y no acaba ahí la cosa,

fuman en turnos fijados:

a las diez, por la mañana,

y por la tarde, temprano.

El pizzero de mi barrio,

un romano muy romano

me ha contado los secretos

de este extraño fumeteo:

la chimenea papal,

usada los fumatas,

es del todo artificial

que la compran en Ikea

y la ponen, quita y pon,

en el tejado real

los bomberos de la corte

de no sé qué cardenal.

Dice que a  los susodichos,

papables y secuestrados,

les dan de comer copioso

antes de reflexionar,

luego les mandan rezar

como si ellos no supieran

que tras comer como dioses

lo que toca es una siesta

y dejarse de oraciones.

También me cuenta el romano

que la estufa quemadora,

culpable de la fumata,

no es un pingüino de longi,

como era de esperar,

sino una estufa muy vieja

que nadie quiso tirar.

Por si ustedes no sabían

de una extraña coincidencia,

les relato con prudencia

que, a la vez que la fumata,

en los patios vaticanos

se juega un torneo muy raro

en el que el Barça no juega

(¡Qué listos son los romanos!)

que es el torneo mundial

de futbol sacramental

entre curas de mil lados

y seminaristas entrenados,

que tras la pelota van

ajenos al desenlace

 de la fumata papal.

Qué les puedo yo contar…

todo esto de los humos

me resulta cosa rara:

si es la paloma blanca

quien les dicta a la orejita

a quien tienen que votar

¿por qué rezan tantas horas?

¡Invítenle ya a pasar!

¿No será que Berlusconi

esta fumata ha montado

como un santo gran hermano?


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