Puede uno estar de acuerdo, o no, con las ideas y forma de actuar de Dª Esperanza, pero en todo caso, su actitud es cristalina: La Sra. Aguirre representa un centro derecha con bastante sentido común y que a veces, parece recordar en lo lógico de su actuación, al partido de Dª Rosa Díez, que suena a menor recorrido por lo personal de su carácter, en torno a la que fue disidente del PSOE. Después lee uno que la expresidenta de la Comunidad de Madrid, no disfruta del retiro dorado de otros pesos pesados de la política, que suelen terminar su andadura como senadores o parlamentarios europeos, puestos de escasa relevancia en el poder, pero de notable prestigio y mejor sueldo, que sale de los bolsillos de los siempre sufridos contribuyentes. Es claro que la clase política ha pasado a formar más parte del problema que de las soluciones, tras venir actuando en sus propios intereses mucho más que en los de sus representados, pero eso es algo de lo que no se puede acusar a Dª Esperanza, nos guste o no, su modo de hacer y entender la política. Con un PP agobiado por el caso Bárcenas y numerosos dirigentes implicados en la corrupción, con un PSOE desnortado, sin carisma en el liderazgo y salpicado igualmente por escándalos como los EREs, la Sra. Aguirre no debería ser perdida de vista y su regreso a la primera línea de la política puede constituir una sorpresa para muchos y un buen susto a bastantes, incluso en el seno de su propia formación.