Hace una semana me contaron esta historia, es de esas cosas que te cuenta la amiga de la hermana de…
Así que aunque soy fiel a la historia, lo cierto es que hay muchos huecos que he rellenado yo.
La esencia es a lo que llevo dando vueltas toda la semana, inmersa en defender nuestros derechos, seguidora incansable de la organización El Parto es nuestro, defensora de nuestro derecho a elegir nuestro parto, convencida de la necesidad de luchar contra la violencia obstétrica, pero de vez en cuando necesito saber, escuchar y decir muy alto que la medicina, la obstetricia salva vidas, hoy traigo esperanza, mucha esperanza.
Y la convicción de que una medicina que actúe sólo cuando es necesario es posible.
María es enfermera de un gran hospital, hija de alguien, hermana de alguien, pareja de alguien, tía de alguien…
Cuando en navidad, dieron la noticia de su embarazo toda la familia se volcó, emocionados, porque aunque su hermana ya tiene hijos el pequeño ya tiene 12 años, un bebé en este momento ha conseguido ilusionar a todos.
Una niña! En la ecografía de las doce semanas ya se ve claramente, están emocionados, se llamara Laura. Siempre le ha gustado ese nombre.
Jesús, su marido no cabe en sí. Una niña, su niña.
Ha sido un embarazo tranquilo, sin apenas molestias mas allá de un ardor, en el hospital en cuanto dio la noticia la trasladaron a consultas externas, donde ha disfrutado de un buen horario y fines de semana libres, ha sido toda una experiencia, después de años en la planta de ginecología y obstetricia con sus carreras, sus turnos rotativos…
Le dieron la baja de 30 semanas, aunque se encontraba francamente bien y apenas había cogido peso, pero la mutua considera que es baja por riesgo laboral, y se agradece un poco de descanso, mas con el verano iniciado y el calor.
Casi tres meses de descanso se agradecen, sabe que cuando nazca será su prioridad y cambiarán muchas cosas, así que es tiempo para si misma, para cuidarse y disfrutar en calma.
Aunque echa de menos su planta y a las chicas.
Es junio, finales, y aún le falta mes y medio para salir de cuentas, acaba el cole y las compañeras la llaman para que vaya a su planta a tomar un café, Sabe que le tienen preparado un regalito, Es tradición,
Cada vez que una ha sido mamá han recaudado para tener un detalle. Son un gran equipo, bien avenido, profesionales que disfrutan de su trabajo, le encanta trabajar allí. Su trabajo es su vocación y su vida
En una semanas empezarán los turnos de vacaciones, así que mejor ahora que están todas, incluso vendrán de otros turnos.
Esa noche no ha dormido bien, está pesada, y se siente algo hinchada, han quedado para tomar un café a media mañana, pasa primero por la pastelería donde ha encargado una ensaimada, al menos tendrá un detalle con las chicas.
Jesús está trabajando, Su madre y su hermana preparando el fin de curso de sus sobrinos, Esta tarde irá a ver el espectáculo y la fiesta final.
Café, ensaimada, muchas risas y una preciosa silla para el coche, también le han regalado ropita, esta emocionada, con la lágrima puesta.
Compañeras y amigas. También vienen a felicitarla los gines y las matronas, todos le dan la enhorabuena.
De pronto un dolor, uff, qué dolor! Punzante, brutal en el vientre. Como si se estuviese rasgando por dentro.
-Estas bien?
-No, uff qué dolor!
-Estas pálida.- Inmediatamente se nota húmeda. Se sorprende.
-He roto aguas?- Risas!
Estas en el mejor sitio posible!
Lleva un vestidito fresco. Siente la humedad.
Una de las compañeras palidece:
-María es sangre. Mucha.
Se respira la tensión, pero todos actúan con calma, como profesionales que son, empiezan a movilizarse.
El dolor no para. Una camilla, un vistazo. Tiene el vientre durísimo. El ecógrafo esta apenas a tres metros de distancia.
Algo va mal verdad? Pregunta.
Tranquila! Tranquila. Preparad el quirófano. Al ascensor!
Miedo, Miedo, Miedo. En el pasillo le van poniendo la via, Una compañera encima de la camilla literalmente, Mientras los celadores empujan seguidos por media plantilla.
Su última imagen en la retina es en el ascensor, apretados dos ginecólogos, dos enfermeras, un anestesista, y una mano apretando la suya.
No recuerda de quien, no recuerda mas.
Se despierta en la sala de recuperación quirúrgica, la boca seca, su madre al lado. Ha llorado, pero tiene una sonrisa.
-Laura?
-Esta bien cariño. Esta en neonatos. Es muy pequeñita, Jesús esta haciendo piel con piel. Ahora se pondrá tu padre para que el pueda subir a verte. Es tan bonita! Vaya susto hija. Cuando llamaron que Laura ya había nacido no podía creerlo.
Entra el cirujano:
-Cómo estas?
-Como si me hubiese pasado una locomotora por encima
-En realidad es como si hubiese sido así. No vas a tener una bonita cicatriz.
-Qué ha pasado?
-Desprendimiento total de la placenta. Menos mal que estabas aquí. Calculamos que sacamos a la pequeña en doce minutos, todo un record.
Nunca había corrido tanto María. Había que sacarla para que no se ahogara.
Llevas mas de 80 puntos.
Pero esta bien. Perfecta, y tu también, te hemos salvado el útero, aunque tenia un desgarro importante. Y llevas mucha sangre de prestado, perdiste mucha.
En un rato te subiremos para que puedas conocer a tu pequeña.
Siento que no fuese tu parto soñado, lo dijeron las chicas, que habías hecho un plan de parto, que querías algo lo mas natural posible.
-Mi único plan es que naciese sana y salva…
Esperanza, así decidieron llamarla, fue lo primero que pensó al verla.
Laura estuvo a punto de morir con su madre, probablemente de no haber estado en el hospital, de no haber solventado con premura el grave momento estaría muerta, tal vez las dos.
Pero la vida a veces regala suerte, donde por equivocación dio dolor.
Estaban en el mejor lugar del mundo, En el momento apropiado,
Laura casi muere en el vientre de su madre, pero ese mismo vientre dio la vida a Esperanza.
Allí nació, del vientre de su madre abierto y sesgado de par en par, con las prisas que dan cuando se corre a la par de la muerte.
Cuando no hay lugar para la duda o el retraso…
Esperanza, porque las cosas cambian, y los profesionales cada vez son mas conscientes, y empatizan y se dan cuenta de que son los encargados de salvar vidas cuando hace falta, como en el caso de María en el que una de las pesadillas de cualquier profesional se hace realidad.
Esos profesionales, educados para tener la paciencia y la sapiencia de dejar a la naturaleza seguir su curso en la mayoría de los casos, y la premura de intervenir cuando realmente se necesita.
Esperanza porque se salvan vidas, y esperanza porque hay que seguir enarbolando la bandera que defienda nuestro derecho a un parto respetado y humanizado, donde sólo se intervenga cuando es necesario.
Esta historia me puso los pelos de punta.
De lo que pudo haber sido y afortunadamente no fue.
Y hoy una madre reciente, con el vientre rajado de arriba a abajo sonríe a su pequeña mientras la abraza.
Una semana después salieron, juntas del hospital, a comenzar su nueva vida.
Los partos respetados, humanizados no son una moda, son una necesidad, pero cuando todo falla, necesitamos confiar en los profesionales de la salud. Esperanza. Las cosas están cambiando, pero queda mucho por hacer…