La propina tras la hora de concierto no fue del homenajeado sino de Brahms y otra de las corales Op. 122, optando tal vez por no necesitar pedales que oscureciesen esas inspiraciones del padre del órgano sin veleidades románticas en un instrumento que pide la jubilación no ya a tutti (imposible de mantenerlo) sino en pleno.
La propina tras la hora de concierto no fue del homenajeado sino de Brahms y otra de las corales Op. 122, optando tal vez por no necesitar pedales que oscureciesen esas inspiraciones del padre del órgano sin veleidades románticas en un instrumento que pide la jubilación no ya a tutti (imposible de mantenerlo) sino en pleno.