Ya han pasado las dos primeras semanas del año nuevo. ¿Cómo van tus buenos propósitos? ¿Ya te has apuntado al gimnasio? ¿Ya has empezado esa dieta? ¿Realmente no has fumado nada más?
Dos semanas es suficiente para reemplazar el optimismo inicial por la cruda realidad: cambiar tus hábitos no es nada fácil. Obviamente has hecho todo lo posible para asegurarte el éxito de este cambio: has actualizado tu lista de proyectos, has apuntado acciones concretas en el calendario y la lista de tareas y has formulado tu objetivo de manera específica, mensurable, realizable (pero desafiador) y con fecha de finalización.