Revista Insólito

Espiritual y Auto Ayuda – Me he enamorado de un hombre casado

Publicado el 26 febrero 2018 por Blogger Freddy Arellano @bloggernota

¿Constantemente te enamoras o te fijas en hombres que ya tienen pareja? ¿Las relaciones con otro tipo de hombres no te satisfacen? ¿Tienes sentimientos ambivalentes hacia la pareja de este tipo de hombres?

A menudo muchas mujeres se sienten frustradas por creer que tienen la inevitable tendencia a fijarse en hombres casados, la frustración por no ser la mujer oficial de su objeto de deseo les lleva a un gran sufrimiento y desasosiego durante el periodo que dura la relación o el amor por esa persona. Recientemente se ha propuesto un patrón de comportamiento denominado Síndrome de Fortunata que describe esta tendencia como la fuerte y duradera dependencia emocional y fidelidad hacia ese hombre, la ambivalencia de sentimientos hacia la pareja oficial (rencor por la creencia de que posee algo propio, pero también deseos de emularla o de ser ella), el cuestionamiento de la validez de la unión del hombre con otra mujer y la fantasía de creer que en un futuro las cosas cambiarán y ambos acabarán juntos.

Más específicamente el síndrome de Fortunata se caracteriza por los siguiente nueve puntos:

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Presencia de un sentimiento de amor intenso, repetido y persistente hacia un hombre casado con otra mujer.

Actitud desapegada en cualquier otra relación que no sea la establecida con ese hombre.

Capacidad para dejar atrás cualquier situación vital, de abandonar todo o asumir cualquier riesgo siempre que él se lo pida.

Creencia de que la vida no tiene sentido o carece de alicientes si no está con ese hombre.

Creencia de que es ella la que, en el fondo, tiene más derecho a estar con el hombre aunque no se le reconozca social o legalmente.

La creencia anterior se refuerza si ha tenido hijos con el hombre. O manifiesta deseos intensos de tenerlos si no los ha concebido y procura conseguirlo.

Ambivalencia de sentimientos hacia la mujer legítima socialmente (a veces rencor y desprecio, y otras comprensión, empatía y proximidad).

Creencia de que el amor es el responsable de esta situación, y justificación ante sí misma y ante los demás de la perpetuación de la relación por esta razón.

Fantasías optimistas de un futuro junto al hombre, pues imagina que algo sucederá para cambiar la situación y convertirse en la mujer que tenga la relación exclusiva, lo que le lleva a tolerar la presente coyuntura durante años.

El hecho de que la mujer tolere al hombre que siga manteniendo la relación con su mujer, perdone y pase por alto reiteradamente las mentiras que él le pueda contar para seguir en su situación hace preveer que el problema está en la mujer. A nivel cognitivo-conductual, este comportamiento se explica por los refuerzos gratificantes que la mujer dependiente vive cuando él vuelve a sus brazos, “es tan atento y tan bueno cuando está conmigo que me olvido de todo lo demás”. Otras explicaciones a nivel social apuntan hacia la independencia cada vez mayor de la mujer, con mayor poder económico y liberada sexualmente. Este tipo de relaciones supondrían un mayor control de la mujer sobre la sexualidad, se siente más libre tanteando diferentes posibilidades, exhibe menos represión, se abstiene cuando quiere y exige siempre sexo seguro. Otro tipo de beneficios secundarios para las mujeres que prefieran este tipo de relaciones es verse libres del esquema familiar tradicional, aunque ello conlleva desventajas como las carencias afectivas por la falta de compromiso de la pareja con la que comparte intimidad, limitaciones en el círculo social, empeoramiento de la autoestima por sentir que la ocultan, etc..

A pesar de las posibles ventajas, lo que está claro es que la mujer termina enganchada a una relación con pocos visos de cambiar, sumiéndose progresivamente en un estatus de insatisfacción, frustración e infelicidad. La evitación de los sentimientos de pérdida, el aislamiento o el temor a la soledad terminan manteniendo este patrón conductual disfrazado de la fantasía de que todo cambiará, si es capaz de esperar lo suficiente.

Para tratar de romper esta dependencia emocional, la mujer debe ser consciente de la historia vivida con este hombre y que si no ha cambiado en todo ese tiempo es poco probable que lo haga en un futuro. Asimismo, debe empezar a reflexionar sobre sus metas y objetivos, definiendo su propio camino y descubriendo si la relación que mantiene con el hombre casado le beneficia o le perjudica a la hora de conseguir sus objetivos vitales. Para ello, proponemos una serie de claves para empezar a gestar su propio desarrollo personal:

Planteamiento de actividades a nivel individual.

Ser consciente de sus deseos y necesidades.

Desarrollo personal y profesional en el que conseguir logros que fomenten su autoestima.

Realizar sola las actividades que antes hacía con él para comprobar que es capaz de lograrlo sin su compañía, así como disfrutar de ello.

Abrirse a conocer a otros hombres, solteros y sin pareja.

Reflexionar acerca de las consecuencias a medio y largo plazo de continuar con la relación de dependencia.

Toma de decisiones con respecto a la relación de dependencia emocional.

Reflexionar acerca de los valores y principios de cada una y ser fiel a si misma.

Por último, acudir a un profesional que te guíe y acompañe durante este proceso ayudará y agilizará este camino, intentando contener los momentos de mayor malestar previniendo las recaídas o el sufrimiento innecesario.

Nadie puede hacerte sentir inferior, sin tu consentimiento.

Fuente: Jorge Barraca Mairal. Papeles del Psicólogo, 2015. Vol 36 (2), pp. 145-152

Por Lorena González López. Tu psicólogo de confianza en Avilés

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