PARTÉNOPE
Dramma per musica de Leo Vinci con libreto de Silvio Stampiglia. Solistas: Marina de Liso, mezzosoprano (Parténope); Maria Grazia Schiavo, soprano (Rosmira/Eurimene); Maria Ercolano, soprano (Arsace); Stefano Ferrari, tenor (Armindo); Eufemia Tufano, mezzosoprano (Emilio); Víctor Díaz, tenor (Ormonte); Pino de Vittorio, tenor (Eurilla); Marco Moncloa, barítono (Beltramme). Cappella della Pietà de‘ Turchini. Director musical: Antonio Florio. Director de escena: Gustavo Tambascio. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Jesús Ruiz. Coreografía: Yolanda Granado. Iluminación: Rafael Mojas. Producción del INAEM-Teatro de la Zarzuela. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Miércoles 3 de febrero. Aforo: Tres cuartos de entrada.
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ESPLENDOR DE NÁPOLES
Desde que hace unas décadas los teatros de medio mundo redescubrieran el atractivo del gran repertorio lírico barroco, mucho se ha discutido sobre el problema de la representación de las convenciones de la gran opera seria. Si el lenguaje escénico de las piezas cómicas se ajustaba sin demasiados problemas a una tradición que era la misma de tantos títulos rossinianos, en el género serio la rígida estructura en números cerrados, el carácter moralizante y algo acartonado de los libretos y los ropajes antiguos parecían demasiado alejados de la sensibilidad moderna hacia el espectáculo operístico, lo que derivó en puestas en escena apolilladas, rancias y ridículas. La reacción llevó a fantasiosos planteamientos conceptuales, que modernizaban tanto los elementos escénicos como incluso los argumentales, lo que dio lugar a trabajos de todo tipo, algunos excelentes, pero otros tan ridículos como los que supuestamente habían venido a superar.
En los últimos años, un más profundo conocimiento del entorno de estas obras está permitiendo el planteamiento de trabajos (aún minoritarios) que, en la línea del historicismo, tratan de recuperar los ambientes originales en que eran presentadas las óperas, y ello con una verosimilitud que, más allá de pretensiones de autenticidad, permite suspender la incredulidad y penetrar en un espacio estético deslumbrante en el que todos los elementos se combinan para seducir a los sentidos y a la inteligencia. Es el caso de esta extraordinaria Parténope de Leo Vinci creada para el aún inconcreto Centro de las Artes Escénicas y de las Músicas Históricas del INAEM. Tambascio, Florio y sus equipos han creado un espectáculo que se disfruta de principio a fin. La escenografía de telones pintados, capaces de crear perspectivas y espacios escénicos diferentes con elegancia y eficacia, el alucinante y fastuoso vestuario, el uso de la iluminación para enfatizar las tonalidades cromáticas, la gestualidad, los movimientos, la coreografía del magnífico cuerpo de bailarines acróbatas, la inclusión de los intermedios cómicos y, por supuesto, el estilo interpretativo, tanto canoro como instrumental, se impusieron de forma incontestable , creando la ilusión de una vuelta al Nápoles dieciochesco (sólo faltaron la maquinaria aérea y los efectos especiales).
Musicalmente, el trabajo de Antonio Florio fue extraordinario, por matización, calidez y teatralidad. Del elenco, sobresalieron las tres voces femeninas principales, pero muy especialmente la de la joven Maria Grazia Schiavo, soprano de timbre hermosísimo, voz clara, fresca, tersa, brillante, homogénea y con un temperamento interpretativo arrollador. No lejos estuvieron Marina de Liso, cantante excepcional por fraseo y exquisitez ornamental, y Maria Ercolano, de sugestivo color y con una profundidad expresiva que lució especialmente en las arias más lentas y las medias voces. Demasiado engolada en cambio la mezzo Eufemia Tufano, mientras que el tenor Stefano Ferrari se presentó con voz corta y evidentes problemas de afinación, que remontó en el acto II para volver a caer en el III. Comentario aparte merecen Pino de Vittorio y Marco Moncloa. El cantante-actor apuliano, con sus medios ya muy agostados, mostró su enorme inteligencia y sus dotes excepcionales de comediante, con un típico papel travestido que le permitió pasar de los intermedios de Sarro a un aria de Li Zite’n galera (opera buffa de Vinci que se escuchó hace años en el Lope de Vega), un fandango de Nebra y hasta La Zarzamora, todo hecho con una gracia y una prestancia admirables. Moncloa mantuvo el tipo actoral (lo que tiene mérito) y vocalmente se mostró sobrado.
Una lástima la escasa asistencia de público. Queda mucha pedagogía por hacer.
[Publicado en Diario de Sevilla el viernes 5 de febrero de 2010]
[Reportaje fotográfico: © Juan Carlos Muñoz (Diario de Sevilla)]
P. S. Mandé por error al Diario una versión previa a la que había cerrado como definitiva, por lo que en la publicada en papel hay un par de errores y variantes.