Herdade do Esporão
Esporão Private Selection Branco 2008
Semillón - Marsanne - Roussanne
14% Grad. Alc.
D.O.C. Alentejo, Portugal.
Aunque son pocos los ejemplares de caldos portugueses que desfilan por esta mesa últimamente en este grupo los vinos de la casa Herdade do Esporão vienen acaparando nuestra decisión en cuanto a ejemplares de este país. Y si las experiencias con la línea reserva de los vinos Esporão son muy buenas, no esperábamos menos con este Private Selection, una línea mayor en esta marca: así como en sus tintos, en blancos una palabra resume lo bebido: soberbio.
Lo curioso en este vino blanco portugués es que estas tres uvas son de origen francesa, siendo la semillón la más conocida, ya las otras dos, marsanne y roussane no tanto –para nosotros- pero suelen ser común encontrar blends con estas dos cepas en el Valle del Ródano (Francia).
El diseño geométrico, laberíntico y algo esquizofrénico de esta etiqueta -y de esta serie- pertenece al artista plástico portugués José Pedro Croft (Oporto, 1957), del cual se puede conocer algo de él en este artículo del blog de arte de Elena Vozmediano en Elcultural.es.
Al vino: a la vista, de un amarillo tan vivo, concentrado y profundo, denota corpulencia mediana a más, es denso. En nariz, es muy afrutado, piña, plátano, hay también un toque cítrico, como de cáscara de lima, y sensaciones herbales, pasado media hora se percibe algo mineral. En boca, lo afrutado se refrenda, pero en esta fase lo cítrico resalta un poquito más, algo como a limón siciliano, lima; es corpulento, untuoso, de marcada acidez, muy sabrosa; en la tercera copa en la cual el caldo descansó algo de media hora se percibió una rica sensación almendrada. De final largo, con retrogusto mineral y un toquecito de vainilla.
Lo escogimos para armonizar un risotto de camarón que como detalle fue preparado con un caldo concentrado elaborado a base de la piel y la espina dorsal de un salmón. Luego la espina dorsal del pescado fue retirada y la piel cortada chiquitito para que la bebé lo pueda ingerir. Este experimento de Cris brindó un sabor fuerte a su plato que enmarcaba al camarón previamente frito, mezclado al risotto con un chorro generoso de aceite de oliva –solemos utilizar el Ybarra Intenso, cuando encontramos-: fue un final de tarde lujurioso.