esta bicicleta vietnamita

Por Calvodemora

este suicidio brevísimo que exige apurar los días y fatigar las noches

este simulacro galante de palabras que se abren y palabras que se cierran

esta orfandad atroz que mira desde el fondo del vaso

esta memoria alerta que se deja incendiar y me incendia

este hermoso escándalo de lagartijas trepando al sueño

esta inacabada obra de lágrimas sorprendidas en un rapto de ternura 

este goce más hondo que no sabemos nombrar nunca

esta quietud crédula que conforme a sí misma se engalana y sacrifica

este desnudo sin sombra de cuarenta años precipitándose en un verso

esta pequeña evidencia de tragedia que anuncia mi carne cada vez que el deseo la codicia

esta savia dulcísima de adolescencia sin desmayo

este rumor que se agazapa en las sílabas del tiempo

esta voluntad de huésped incómodo que pide prorrogar la estancia

este ghetto digital que no se sacia jamás

este ala que festeja vuelo

este blues con sudor en el verbo

este lento derribar pétalos

esta ausencia que acato sin más y me aturde

esta ebriedad absoluta de temblor ardiendo en el sexo

este esplendor súbitamente abismado en mis recuerdos

esta blonda de luz que vibra en el pecho

esta infancia sin enigmas que todavía canta y me escucha

este misterio más dentro

esta levedad caída desde muy arriba que ha hecho un roto en el folio

esta quieta celebración de la lujuria frente a un cuerpo al que sembrar de tedio

esta alquimia perfecta de espejos que embriagan la luz y la convierten en días

este dios en desorden

este imposible reloj que me mide

este vals con acuse de recibo que en el aire va resbalando como un hijo muerto

este mapa de sombras

este ardor con el que cierro un miércoles

este cómputo infame de abrazos partidos

esta gracia voluble

este armazón de mentiras

este anuncio de cierre

esta bicicleta vietnamita que me escolta al sueño

esta vigilia teológica

esta dulce penumbra sin dios

este espejo de los sueños 

esta clausura sin fulgor ni himno 

este lupanar de sombras

este parlamento de tarados

esta agujero sin motivo

este pie en el cuello que me nombra

esta gracia sublime de mentirnos

este azul de arriba como un endecasílabo

este pecho mío que me explota en cien alejandrinos