Yo creo firmemente que el Espíritu Santo no está guiando las acciones y decisiones de la Iglesia porque algunas de esas decisiones han sido y son deplorables y deleznables. Entre sus meteduras de pata más recientes, destaca el silencio cómplice del Papa Francisco con los comunistas asesinos de Cuba, todo un escándalo que se ha producido en una iglesia que se presenta ante el mundo nada menos que como "representante de Dios".
Lo peor del papa Bergoglio no es su silencio, sino su complicidad activa y su proximidad ideológica y emocional con los tiranos que masacran y envilecen a sus pueblos. Sus fotografías sonrientes y casi eufóricas con Fidel Castro, Evo Morales y otros tiranos sanguinarios le delatan. El pontífice dijo un día que el cristianismo se parece mucho al comunismo. Y se quedó tan pancho, ignorando que esa afirmación equivale a decir que el cristianismo es una doctrina criminal y asesina, pues no ha existido en el planeta, desde el principio de los tiempos, una filosofía que haya asesinado, esclavizado y deshumanizado a tantos hombres, mujeres y niños como el comunismo, autor directo de más de cien millones de asesinatos tan sólo en el siglo XX, un balance estremecedor que supera a los de las demás tiranías de la Historia unidas, incluyendo al nazismo.
Circula por Internet una carta dirigida al papa Francisco por una mujer cubana que se ha hecho viral. Es un lamento de acusación al papa católico que revuelve las tripas. Búsquenla en Google porque es fácil encontrarla y sientan vergüenza, tristeza, indignación y dolor ante el comportamiento del Papa Francisco con el drama de los cubanos aplastados.
Creo, sinceramente, que el Espíritu Santo no es que esté de vacaciones, sino que aplica a la Iglesia, como a cualquier otra obra de los hombres, la doctrina básica de la Creación, que es el respeto estricto a la libertad y que cada cual responda de lo que ha hecho en su vida.
El papa, la Iglesia, los obispos, el clero y todos sus fieles tendrán que responder ante Dios de lo que hacen y dejan de hacer. Es la ley suprema de la existencia. Y no vale aducir ignorancia porque es evidente que los comunistas sicarios de los Castro han asesinado, secuestrado, apaleado y hecho desaparecer, con saña y maldad, al pueblo de Cuba, culpable sólo de tener hambre y sed de libertad y justicia.
Pero, ante el juicio de la divinidad y de la Historia, viene al caso recordar aquí algo que los evangelios y la misma filosofía dejan claro: "¡Ay de los que escandalicen!" porque las sonrisas del papa cuando está reunido con los tiranos, sus complicidades, sus amistades peligrosas con la peor calaña del planeta y la defensa del comunismo asesino escandalizan a muchos millones de criaturas. Y eso es difícil de perdonar.
Francisco Rubiales