- Pues yo a eso lo llamaría senectud, pero allá cada cual con sus cadacualadas.
- No sea bruto hombre. Se refiere a la juventud que se ha dado cita en Madrid para la JMJ.
- ¿Y eso que es, Jesús, María y José?
- No se pase de gracioso, es La Jornada Mundial de la Juventud.
- Acabáramos. Y que da gloria ver a esta juventud católica, contenta y feliz. En mi católica, apostólica y romana juventud, era todo mucho más tétrico. Tenebroso incluso, diría yo.
- No sea exagerado. Eran otros tiempos, pero es la misma religión, con los mismos valores morales.
- Sí, pero con una mano de pintura que está mucho más luminosa ¿dónde va a parar? En mis tiempos, que son los suyos, no mire para otro lado, nos reuníamos para hacer los ejercicios espirituales, que eran siempre en cuaresma y salíamos de allí temblando. Nos amenazaban las eternas llamas del infierno por un quítame allá esas pajas, nunca mejor dicho, pero es que además, nos quedábamos ciegos y con la espina dorsal debilitada. Eso sí, el orgasmo tenía la calidad de lo peligroso y lo prohibido, pero a cambio de estar todo el día acojonado, que si no llega a ser por la insultante juventud del momento, hubiéramos llegado a viejos sin una mala polución nocturna.
- El sexo fuera del matrimonio sigue siendo pecado. Eso no ha cambiado.
- De acuerdo, pero ahora se peca con más alegría. Usted ha visto esos mozos y esas mozas, vestidos de vivos colores y cantando y riendo todo el día. Pecar así es otra cosa. Las mozas en nuestros tiempos, iban a la iglesia siempre muy vestidas, de negro o de gris, los brazos tapados y un velo ocultando su rostro y su pelo. ¡Coño, que parecían las hijas de Zapatero! Y los confesionarios, en los sitios más oscuros de la iglesia, con un tío dentro igual de oscuro. Ahora he visto en El Retiro unos confesionarios blancos, de diseño alegre, que te dan ganas de pecar para usarlos, y si encima las prójimas (y los prójimos, seamos paritarios) están buenas y contentas, pues miel sobre hojuelas.
- Usted se morirá frívolo. La juventud está dando un ejemplo de valores morales y éticos en un mundo que se desmorona precisamente por esa falta de valores y usted aquí bromeando. Madure de una vez.
- Sí ese es el problema, que ya estoy maduro, que si no, me hacía católico de nuevo, que ahora si que vale la pena. Que ahora los católicos son alegres y cantan y ríen y seguro que follan más y mejor que antes, aunque luego vayan corriendo a contárselo al cura, que al fin y al cabo es lo que hacemos todos cuando ligamos, contarlo a los cuatro vientos. Y encima ya no hay infierno. Y si no ligas y te haces un apaño de autoservicio, ni te quedas ciego, ni se te debilita la espina dorsal. Lo que yo le diga, que ser católico hoy en día está “chupao”.
- Su superficialidad no conoce límites.
- No. Lo que no tiene enmienda, es la jodienda.