Las urbes más importantes de esta zona de Lugo son Ribadeo, Vivero, Burela, Foz y Mondoñedo.
Pues bien, después de una primera noche en el Hotel Rústico Casa Franco, de Adelán-Alfoz, con un magnífico descanso, por el fresco ambiente, la fragancia del entorno, con un olor a hierba y eucaliptus impensable, y la visión
De esta manera, con las ventanillas del coche abiertas para aspirar el maravilloso perfume de la campiña, por la carretera LU-160 nos desplazamos hasta Ferreira, y desde allí emprendimos la marcha con destino a Viveiro, por la LU-161, una carretera en la que no podría decidirse si predominan más las curvas (incontables y casi sin fin) o el verde y fragante paisaje.
Tras vueltas y revueltas, al fin alcanzamos Viveiro (unos 35 kms. desde Adelán) y nos aventuramos a entrar en la ciudad, con aspecto de ser urbe grande e importante, acodada a la ría que la cruza, y así dimos un vistazo sin bajar del coche a las playas, la zona portuaria, y los alrededores, para tomar a continuación la carretera costera N-642, muy bien cuidada, pero también prolija en curvas, para, en medio de los bosques, pasar cerca de O Vicedo, Porto do Barqueiro, Ortigueira y su bella ría, y por la AC-862 entrar en la provincia de A Coruña, desviando por la carretera de acceso a Cedeira, que brinda unos bellos paisajes de la ría y de los bosques cercanos.
La afluencia de visitantes y turistas no era excesiva (eran fechas finales de julio), y por ello nos resultó muy grato el paseo hasta el pequeño puerto y por los aledaños del río, previa parada en un barecito en el que degustamos uno de los manjares de marisco más deseados por nosotros, los percebes.
Efectivamente, unos vinos del Ribeiro acompañaron un buen plato de percebes, gruesos, frescos y
Aún tuvimos ocasión de un nuevo tapeo un rato más tarde, en esta ocasión con un “pulpiño a feira” que en Galicia siempre resulta sabroso.
Y después del paseo por Cedeira, volvimos por la N-642 en sentido Este, hasta llegar a Porto do Barqueiro, bella villa marinera, desde la que tomamos la carreterita local AC-108, para subir al cabo Estaca de Bares.
A los maravillosos panoramas que se divisan en la marcha hasta el cabo, se une como colofón la extraordinaria vista panorámica desde esta punta, marcando la separación convencional entre el mar Cantábrico, al este, y la masa oceánica general del océano Atlántico, al norte y al oeste.
Fuimos capaces de sobrepasar por un sendero las instalaciones militares y llegar al punto extremo del cabo, desde donde se vislumbra uno de esos paisajes que el visitante desearía retener y visualizar en su memoria por siempre. Una preciosidad, con los barcos cargueros divisándose en lontananza y los acantilados en derredor.
Al regresar del cabo, aún nos acercamos al puertecito de Bares, recoleto y agradable, en el que un par de restaurantes permiten la
El día avanzaba en medio de bellezas paisajísticas, y por ello optamos por volver a Viveiro, bulliciosa ciudad en la que se palpa la abundante población y la mayor actividad turística, dándonos un paseo por el casco antiguo y entrando en un supermercado para comprobar las especialidades que se venden en Galicia, lo que nos hizo caer en la “tentación” de surtirnos de un buen queso de tetilla y unas botellas de vino del Ribeiro, que finalmente nos sirvieron de adecuado refrigerio o colación nocturna en nuestra suite de Adelán.
Cuando regresamos a nuestro Hotel Casa Franco volvimos a respirar la frescura del aire gallego y a
Embrujo de perfumes y olores, preludio de manjares marineros inigualables.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA