Esta españa nuestra 2014: escapada a la mariña lucense.- iii, rías altas de lugo, desde cedeira hasta viveiro, y cabo estaca de bares

Publicado el 11 agosto 2014 por Salpebu
Según Wikipedia, La Mariña (en gallego y oficialmente A Mariña) es una zona situada al norte de la provincia de Lugo. Con una superficie de 1.660 Km2, y una población de más de 80.000 habitantes. Está dividida en 3 comarcas: La Mariña Occidental, La Mariña Central y La Mariña Oriental.Los concellos (ayuntamientos) que la conforman son los siguientes: Limitando al mar están, de este a oeste, Ribadeo, Barreiros, Foz, Burela, Cervo, Jove, Viveiro y Vicedo. En la franja interior están los concellos de Trabada, A Pontenova, Riotorto, Lourenzá, Mondoñedo, Alfoz, O Valadouro y Ourol.
Las urbes más importantes de esta zona de Lugo son Ribadeo, Vivero, Burela, Foz y Mondoñedo.
Pues bien, después de una primera noche en el Hotel Rústico Casa Franco, de Adelán-Alfoz, con un magnífico descanso, por el fresco ambiente, la fragancia del entorno, con un olor a hierba y eucaliptus impensable, y la visión
de un verde de distintas tonalidades de efectos sedantes, llegó el momento, tras el abundante desayuno, de iniciar el conocimiento o “re-conocimiento” de la Mariña lucense costera.
De esta manera, con las ventanillas del coche abiertas para aspirar el maravilloso perfume de la campiña, por la carretera LU-160 nos desplazamos hasta Ferreira, y desde allí emprendimos la marcha con destino a Viveiro, por la LU-161, una carretera en la que no podría decidirse si predominan más las curvas (incontables y casi sin fin) o el verde y fragante paisaje.
Menos mal que la velocidad era la mínima y por eso comprobamos que por desgracia las plantaciones de eucaliptus (muchas de ellas de árboles jóvenes) se están imponiendo a los robledales, hayedos, castañares, nogales y pinares, en una invasión que será lucrativa para la industria pero que cada vez más ahoga la vida natural.
Tras vueltas y revueltas, al fin alcanzamos Viveiro (unos 35 kms. desde Adelán) y nos aventuramos a entrar en la ciudad, con aspecto de ser urbe grande e importante, acodada a la ría que la cruza, y así dimos un vistazo sin bajar del coche a las playas, la zona portuaria, y los alrededores, para tomar a continuación la carretera costera N-642, muy bien cuidada, pero también prolija en curvas, para, en medio de los bosques, pasar cerca de O Vicedo, Porto do Barqueiro, Ortigueira y su bella ría, y por la AC-862 entrar en la provincia de A Coruña,  desviando por la carretera de acceso a Cedeira, que brinda unos bellos paisajes de la ría y de los bosques cercanos.
Cedeira está situada en la ría homónima en la que desemboca el río Condomiñas. Su población asciendía a 7.511 habitantes en 2008, y  destaca en ella la plaza del Sagrado Corazón, que, con vistas al mar, es más comúnmente llamada por los cedeirenses “plaza roja”, debido al suelo de ese color. En cuanto a playas, la de la Magdalenaes la más visitada de toda Cedeira por ser la única playa urbana y por su longitud (1400 metros de longitud y una media de 35 metros de anchura). También resultan agradables (si la marea no sube en exceso), la playa de Area Longa, situada al lado del puerto, la playa de las Sonreiras, próxima a punta Sarridal, a la que se puede acceder andando o por el mar y la playa de las Burbujas, llamada así porque al caminar sobre la arena mojada se desprenden burbujas que quedan atrapadas al subir la marea. A esta playa solo se puede acceder andando.
La afluencia de visitantes y turistas no era excesiva (eran fechas finales de julio), y por ello nos resultó muy grato el paseo hasta el pequeño puerto y por los aledaños del río, previa parada en un barecito en el que degustamos uno de los manjares de marisco más deseados por nosotros, los percebes.
Efectivamente, unos vinos del Ribeiro acompañaron un buen plato de percebes, gruesos, frescos y
sabrosísimos, que pagamos a precio tan barato que casi nos pareció se trataba de un obsequio.
Aún tuvimos ocasión de un nuevo tapeo un rato más tarde, en esta ocasión con un “pulpiño a feira” que en Galicia siempre resulta sabroso.
Y después del paseo por Cedeira, volvimos por la N-642 en sentido Este, hasta llegar a Porto do Barqueiro, bella villa marinera, desde la que tomamos la carreterita local AC-108, para subir al cabo Estaca de Bares.
A los maravillosos panoramas que se divisan en la marcha hasta el cabo, se une como colofón la extraordinaria vista panorámica desde esta punta, marcando la separación convencional entre el mar Cantábrico, al este, y la masa oceánica general del océano Atlántico, al norte y al oeste.
La Estaca de Bares es el punto más septentrional de la península Ibérica. Está enmarcada en un paisaje impresionante en el que acantilados separan las rías de Ortigueira y del Barquero. Constituye un estupendo observatorio ornitológico en el que se ha contabilizado el paso anual de más de 280.0001 aves migratorias, entre las que destaca el alcatraz atlántico (Morus bassanus) y diversas especies de procellariiformes como la pardela pichoneta (Puffinus puffinus) y la pardela cenicienta (Calonectris diomedea). Lugar declarado de interés nacional. En el extremo norte del cabo, está situado el faro de Estaca de Bares, el más septentrional de la península. En este cabo también existen instalaciones militares abandonadas. Una de ellas era una instalación de los Guardacostas de los Estados Unidos desde principio de los años 1960, como una base LORAN (del inglés: Long Range Aid to Navigation). La base funcionó como una estación de comunicaciones hasta 1991. En la
actualidad, estas instalaciones están en ruinas.
Fuimos capaces de sobrepasar por un sendero las instalaciones militares y llegar al punto extremo del cabo, desde donde se vislumbra uno de esos paisajes que el visitante desearía retener y visualizar en su memoria por siempre. Una preciosidad, con los barcos cargueros divisándose en lontananza y los acantilados en derredor.
Al regresar del cabo, aún nos acercamos al puertecito de Bares, recoleto y agradable, en el que un par de restaurantes permiten la
comida y el refrigerio.
El día avanzaba en medio de bellezas paisajísticas, y por ello optamos por volver a Viveiro, bulliciosa ciudad en la que se palpa la abundante población y la mayor actividad turística, dándonos un paseo por el casco antiguo y entrando en un supermercado para comprobar las especialidades que se venden en Galicia, lo que nos hizo caer en la “tentación” de surtirnos de un buen queso de tetilla y unas botellas de vino del Ribeiro, que finalmente nos sirvieron de adecuado refrigerio o colación nocturna en nuestra suite de Adelán.
Cuando regresamos a nuestro Hotel Casa Franco volvimos a respirar la frescura del aire gallego  y a
solazarnos con el bello panorama del ocaso, después de un día de escapada pleno de bellos paisajes y deliciosas vivencias, que nos había empezado a cautivar como adictos a la Mariña lucense que empezábamos en gran parte a conocer.Primer día de disfrute en la Mariña lucense.
Embrujo de perfumes y olores, preludio de manjares marineros inigualables.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA