Se introdujeron hace 150 años para ayudar en el drenaje de los terrenos bajos encharcados por los arroyos tributarios del Landro.
Superan los 50 metros de altura y 2,5 de diámetro. El más viejo recibe el apelativo de "O Avó" -El Abuelo-; se le calculan 61,78 metros de altura y 7,55 de perímetro.
La red fluvial del Landro conserva también en sus orillas muestras de vegetación autóctona, por ejemplo el área boscosa llamada Val do Naseiro, y lugares de gran interés como la cascadadel Pozo da Ferida(río Loureiro) con un desnivel de treinta metros de altura.
(De “siente Galicia” y otras fuentes)
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Taramundi es un concejo de la Comunidad Autónomadel Principado
Es uno de los municipios en los que se habla el eonaviego (o gallego-asturiano).
Su topografía está conformada por montañas quebradas y escabrosas, mezcladas con diversos valles orientados en todas las direcciones y formados por los cuantiosos arroyos y riachuelos que bañan el municipio de Taramundi.
En cuanto a su vegetación, en Taramundi todavía se puede apreciar algunas manchas de bosques de castaños, robles, abedules y algunas zonas de pinares y de eucaliptos, estos en las partes bajas de la sierra de Guiar. Su fauna fluvial es la más rica, pudiendo encontrar en sus caudalosas aguas numerosos ejemplares de truchas.
Es especialmente conocida la artesanía de los denominados "ferreiros", es decir artesanos que se dedican a la fabricación de navajas y cuchillos con hojas de acero carbono forjadas tradicionalmente en pequeños talleres artesanales, y con mangos de madera de diferentes tipos, pero que tradicionalmente eran
Tiene especial relevancia también la artesanía de telar, y cuenta con una escuela de Telar Tradicional, y artesanas que fabrican tapices, alfombras, y diversas piezas realizadas con técnicas y teñidos tradicionales.
De la época de dominación romana, quedan en el concejo diversos topónimos como los nombres de O Castro en Ouria y Os Castros en Taramundi, que fueron habitados por egobarros, y que fueron fundados para trabajar las explotaciones auríferas en la zona.
De las épocas de la monarquía Asturiana, de la alta y baja edad media, lo más destacable y verdaderamente más importante fue la
Dentro del patrimonio conservado en el concejo, hay que destacar que Taramundi sobresale más por su patrimonio etnográfico que por el artístico propiamente dicho. Aun así tiene diversas construcciones de consideración.
En la capital se halla un emplazamiento singular que es la antigua Casa Rectoral, construida en el siglo XVIII, y que es la típica edificación palaciega asturiana, donde se observa la suma y compendio de los estilos populares que se dan en la comarca. Hoy en día es un establecimiento hotelero de lujo y que ha sido uno de los precursores del turismo rural en todo el Principado.
El Conjunto etnográfico de Teixois fue abierto al público en 1980.
El Mayor museo de molinos de España se encuentra en Mazonovo, a 400 metros de la villa de Taramundi caminando y 1 Km por carretera. Se haya enclavado en un paraje de singular belleza, a orillas de los ríos Cabreira y Turía, guardando una perfecta sintonía con el entorno.
Los antiguos molinos han sido recuperados, con la intención de dar a conocer utensilios e ingenios de nuestros antepasados y las actividades relacionadas con ellos; en el que el visitante se convierte en el verdadero protagonista del museo, ya que la mayoría de los molinos, necesitan de su manipulación para ponerlos en funcionamiento.
En el museo existen 19 molinos: 8 manuales, 6 hidráulicos, 3 específicos para niños y 2 especiales (Estos dos últimos a tamaño natural, pero expuestos
Taramundi forma alguna parte del Valle del Turía, uno de los principales destinos de turismo rural en España y cuya actividad genera un alto porcentaje de la población local.
El Valle del Turía cuenta con una excelente infraestructura para el turismo rural incluyendo el turismo ecológico, turismo cultural y turismo activo con más de 10 rutas oficiales de senderismo que permiten explorar y vagar por los mágicos bosques, sendos ríos y pintorescas montañas de la comarca.
El clima en la región es agradable durante todo el año.
(De Wikipedia y otras fuentes)
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A pesar de ser el núcleo cabecera de la comarca de La Mariña Central, es la tercera localidad en población después de Foz y Burela. La ciudad tiene una población de 4.603 habitantes, una densidad de población de 32,27 hab./km², y una superficie de 142,7 km². Mondoñedo tiene sede episcopal compartida con Ferrol, aunque el obispo reside en esta última.
El topónimo Mondoñedo procede probablemente del término preindoeuropeo *mund (que significa 'monte'), más la forma celta onna('fuente' o 'río', como en Oñate, Santoña o Garona) con el añadido del sufijo de refuerzo -etu, lo que se correspondería con la abundancia de ríos y fuentes en
La primera mención a Mondoñedo es de 1112: la reina Urraca traslada la Sede Episcopal de San Martiño de Mondoñedo a Vilamaior do Val de Brea, o Vallibria, la actual Mondoñedo. En 1156 Alfonso VII le concede la categoría de ciudad. La Sede Episcopal se traslada a Ribadeo entre 1182 y 1230 para fomentar el poblamiento de esta villa.
El episodio más sonado de la historia antigua de Mondoñedo fue la decapitación del mariscal Pardo de Cela. Acusado de traición y apresado en su castillo de la Frouseira, en el Valle del Oro, su mujer obtuvo el perdón de la reina Isabel la Católica, pero los enemigos del Mariscal detuvieron a los portadores del indulto real en el puente del Pasatiempo el tiempo preciso para que fuese ejecutado.
La evolución demográfica del ayuntamiento presenta una pérdida desde principios del siglo XX.
Catedral de Mondoñedo. Fue construida por el obispo Martiño entre 1230 y 1248 y conserva la puerta románica primitiva. Cuenta con un rosetón ojival del siglo XIII; las vidrieras barrocas, las torres y el frontón son del siglo XVIII, mandados hacer por el obispo Muñoz y Salcedo. En el interior la cabecera es de estilo románico y se va volviendo en ojival conforme avanzan las naves. Por debajo de los dos órganos del siglo VIII hay pinturas murales del siglo XIV; unas representan el Degollamiento de los Inocentes y las otras cenas de la vida de San Pedro.
Iglesia de Santiago. Es la única iglesia en el conjunto histórico que es "nueva" y es por eso que se la conoce popularmente como Igrexa Nueva.
Pazo del regidor Luaces, número 6 de la plaza Peña de Francia, de estilo gótico isabelino. Corría el año de 1594 cuando D. Luis de Luaces, Regidor Perpetuo de la Ciudad de Mondoñedo, plantó la arboleda que está al partir de la ciudad, camino de Abadín, donde hay una ermita dedicada a Nosa Señora dos Remedios y dicen en esta tierra que cuando la plantó convocó a los comarcos y a todos los niños y les dio un gran banquete para que quedase en memoria de que él había sido el que había plantado la arboleda, motivo por el cual se celebra la actual fiesta de árbol en muchos lugares de Europa.
Consistorio Viejo, construido en el siglo XVI. Tiene un escudo de Carlos V en la fachada, un enrejado de hierro forjado y una imagen de San Roque, por un antiguo voto del ayuntamiento. Actualmente es la biblioteca municipal.
Palacio Episcopal, incendiado en 1832 y restaurado posteriormente.
Puente del Pasatiempo, en los Molinos de Arriba, donde los enemigos del mariscal Pardo de Cela detuvieron a los portadores del indulto real el tiempo
Seminario Santa Catalina, es el mayor edificio de la ciudad y su origen se remonta a finales del siglo XVI, cuando por iniciativa del Regimiento de la ciudad, se decide solicitar del Concilio provincial la creación de un Colegio del tipo de los que en la ciudad de Trento se había dispuesto que hubiera en cada cabeza de obispado. Se fundó entre 1569 y 1572, lo que lo convierte en uno de los tres primeros que se erigieron en España.
Ayuntamiento, edificio del siglo XVIII. Tiene un escudo de la ciudad en la fachada. Fue cuartel.
(De Wikipedia y otras fuentes)
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Sea o no así, lo importante no es tanto contemplar ese enorme árbol, sino especialmente recrearse con los bosques de múltiples especies arbóreas, que ofrecen enhiestas lanzas de árboles, al son de murmullos de agua y pequeñas cascadas.
Nuestra excursión transcurría plácidamente cuando el nublado cielo nos obsequió con un enorme chaparrón convertido a veces en diluvio que, pese a nuestros paraguas protectores (en Galicia sirven para eso y
En todo caso, había valido la pena la visita, en la que coincidimos con otros grupos de visitantes, ellos también víctimas de la “chopada”.
Después de recalar nuevamente en nuestro hotel para reponer nuestras húmedas indumentarias, nos marchamos hacia Foz y Ribadeo, contornando la ría del Eo hasta Vegadeo, donde tomamos la carretera que lleva hasta Taramundi, entrando en el territorio del Principado de Asturias, en nada diferente en esta zona del gallego, y progresando por una bella ruta de campos verdes, bosques, colinas y quebradas.
La llegada a Taramundi nos brindó un pueblecito simpático de aspecto, pero bastante vacío de visitantes, en el que apreciamos las tiendas de artesanía y la muy buena organización turística, con señalización abundante, especialmente de las rutas de los molinos, de las que desistimos porque había que caminar algo y el tiempo no resultaba demasiado fiable, por lo que, cercano el ocaso, iniciamos el regreso por la sierra, hasta Mondoñedo, extasiandonos de nuevo con la belleza del entorno.
Visitamos la catedral, interesante, pero bastante oscura, por lo que resultaba difícil visionar con exactitud las bellezas arquitectónicas que ofrece. Y seguidamente nos dimos un amplio paseo por las calles medievales de la población, visionando las edificaciones del medioevo de esta ciudad anclada en el pasado pero muy interesante, hasta para tomar unas tazas de vino del Ribeiro en una taberna junto a la placeta sobre la de la catedral, dedicada al ilustre mondoñense Álvaro Cunqueiro, renombrado escritor gallego.
La hora de la comida estaba llegando y aunque nos desplazamos al barrio de Os Muiños para intentar el almuerzo en un restaurante de esa zona que nos habían remendado, nos encontramos con la ingrata
Lo comido y lo bebido requerían una digestión reposada, por lo que regresamos al Hotel casa Franco para descansar algo, y más tarde dar un largo paseo por los alrededores, a modo de despedida, pues la mañana siguiente teníamos prevista nuestra partida.
Fue una entrañable despedida, colofón de unos deliciosos días vividos en la Mariña lucense. El regreso resultó tan árido como nuestro itinerario por toda Castilla, la de León y la de La Mancha, completando casi los mil kilómetros hasta Valencia, en medio de tierras yermas y secas y de un calor propio del estío, que nos hacía añorar las tierras gallegas.
Así que en nuestra lista de zonas y parajes a repetir y recomendar quedó inscrita la Mariña lucense, que se ha pretendido glosar en este conjunto de crónicas sobre experiencias viajeras.
¡Vayan allí!
¡Vale la pena!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA