Porta
Manzaneda cuenta con vestigios romanos, como los restos del Puente de Requián, el más antiguo del municipio. Pero tiene otros puentes posteriores, como el del Castro y el Pontón de Prada. En la Edad Media, Manzaneda tenía una fortaleza, de la que quedan restos. Al interior se accedía por la Porta de la Vila, hoy símbolo del municipio. En el casco antiguo se encuentra la Cárcel, edificio destinado para tal fin por el Conde de Ribadavia. En aquellos años las calles que se construían eran realmente estrechas y en algunos casos debido a la cercanía de los edificios tenían que abrirse pasadizos como El Callejón que se mantiene en la zona vieja.Calle Medio Manzaneda
un bastón de caminante, que ni hizo falta en el descenso, ni en la visita a la villa, pero que se reveló inútil cuando hubo que acometer los kilómetros de subida, máxime cuando el calor apretaba y las rodillas y tobillos no eran precisamente los de un caminante asiduo. Así que a esfuerzos y parones, el cronista pudo acceder al fin a lo alto del barrio de San Martiño, y en la puerta de la ermita que allí se halla, aprovechar el banco de una parada de autobús para sofocar la disnea y secar los sudores. Menos mal que apareció un anciano sacerdote que iba a oficiar un bautizo allí y dio conversación y además de la distracción ofreció mostrar la iglesita, con tallas e imágenes de buena aparienciae indudable antigüedad. Ese mismo sacerdote informó que en ese domingo había una fiesta en Cabeza de Manzaneda, la estación de invierno que se halla sobre la villa, a unos 11 kilómetros y a una altitud de más de 1.700 metros. Y allí fuimos, notando un fresco casi insultante, al recordar lo que habíamos dejado en nuestra Valencia.Castro Caldelas
En la explanada más alta había unas bandas de gaiteros interpretando diversas piezas musicales gallegas y también una especie de chiringuitos en los que se ofrecía pulpo a feira y churrasco, pero el frío imperante obligó más bien a tomar un café y refugiarse en el coche. Y había llegado la hora de comer, pero en la villa de Manzaneda no se halló, por desconocimiento, lugar adecuado, por lo que emprendimos por la carretera OU-536, en dirección a Ourense, una búsqueda derestaurantes, fallida en todos los casos porque estaban cerrados.Al fin en Castro Caldelas hallamos el restaurante “Caldelas Sacra”, en el que gozamos con un buen caldo gallego y una sabrosa merluza a la gallega. Delicioso y bien servido.