ESTA ESPAÑA NUESTRA: UNA ESCAPADA A LA ALCARRIA CONQUENSE (II) DE QUESERÍA Y BODEGA POR CARACENILLA Y HUETE (Organizado por la Casa del Canónigo)

Publicado el 23 enero 2014 por Salpebu

Huete es un municipio y localidad de la provincia de Cuenca perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España.

Geografía


Huete se encuentra al noroeste de la provincia, a 54 km de Cuenca y a 120 km de Madrid. Se localiza en las laderas este y sur de un alto cerro, conocido como del Castillo, entre el río Caudao Borbotón y el arroyo de las Canales, en un valle cerca de la confluencia de ambos cursos con el río Mayor, en la comarca conquense de la Alcarria
Sus núcleos de población son el propio núcleo urbano de Huete y las pedanías de Valdemoro del Rey, Moncalvillo de Huete, Saceda del Río, Bonilla, Caracenilla, Verdelpino de Huete, La Langa, Carrascosilla

Edad Media


Tras una hipotética presencia visigoda, el actual núcleo de Huete entró verdaderamente en la historia en la Edad Media durante el período andalusí, ya en su fase emiral, siendo conocida como Wabda. Formando parte de la cora de Santabariyyao Shant Bariya (Santaver), el cerro del Castillo y una gran parte de su ladera meridional se fortificaron con murallas. Durante los siglos IX y X, fue uno de los centros más importantes en la zona de las tribus bereberes de los Hawwara y Madyuna, bajo el poder de la familia de los Banu Di-l-Nun, que más adelante se haría con el control de la región estableciendo la taifa de Toledo (1031-1085). Precisamente fue a Huete donde al-Qádir, el último rey toledano, se retiró tras dejar el poder de Toledo en manos de Alfonso VI, y antes de establecerse como rey en Valencia. Tras morir en esta ciudad (1091), tanto Huete como sus tierras particulares al sur del Tajo pasaron a manos de Álvar Fáñez
Tras su paso al reino de Castilla, Huete fue repoblándose con gentes de la Meseta norte; y no sin grandes dificultades, debidas a la consiguiente reacción almorávide tras la conquista de estas tierras
por Alfonso VI, muy cerca de la localidad de Huete se produjo la derrota de las tropas castellanas en la batalla de Uclés(1108), y que puso al reino en un gran aprieto. A lo largo del siglo XII, al estar en la vanguardia del reino por su parte más oriental, Huete fue adquiriendo un papel cada vez más destacado frente al poder andalusí. Ello explica que el ejército almohade —el nuevo poder africano dominante en al-Ándalus en ese momento—, en julio de 1172, y dirigido por el propio califa Abu Yaqub Yusuf (Yusuf I), se dirigió contra Huete, cercándola durante diez días. Después de instalar sus reales en el llamado Cerro de las Tiendas —que alude a este hecho de armas—, los almohades, tras los numerosos asaltos que realizaron, sólo llegaron a entrar en los arrabales pero no lograron tomar el castillo. Agotados ambos contendientes —los cristianos, por la falta de agua, y los almohades, por la falta de forrajes—, el 22 de julio el ejército musulmán levanto el campo dirigiéndose hacia Cuenca. De esos críticos momentos data el patronazgo de las santas Justa y Rufina, pues la tradición narra que el 19 de julio, durante el cerco almohade y tras fracasar el último asalto del califa, cayó tal tormenta en Huete que llenó los secos aljibes de la fortaleza, permitiendo así que los defensores esperaran, sin los apuros anteriores, la llegada del rey Alfonso VII para poder desbaratar los planes del ejército sitiador.
Tras la retirada almohade y previendo nuevos ataques, que ya no sucedieron, se acometería la reconstrucción de las murallas de Huete, para así poder acoger mejor a sus habitantes, que desde ese momento, ya en paz la región y relativamente alejado el peligro almohade, fueron a poblar el lugar: una villa de frontera que durante
un cierto tiempo de la segunda mitad del siglo XII disputó a Cuenca el ser la cabeza rectora de la zona más oriental de la submeseta sur castellana.
En 1164 tuvo lugar en la localidad la Batalla de Huete, en la que las tropas de la Casa de Castro, a las órdenes de Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", derrotaron a las tropas de los partidarios de la Casa de Lara, dirigidas por el Conde Manrique Pérez de Lara, que resultó muerto en la batalla, y sus hermanos Álvaro y Nuño.
Rodeada de territorios de señorío, Huete, aunque nunca perdió su condición de villa de realengo —con título de ciudad, desde 1428—, junto a su fortaleza, con la intención de asentar su poder en la zona o resolver cuestiones dinásticas, sólo fue dada por los monarcas castellanos a diferentes parientes suyos. Pese a ello, sobre todo a lo largo de la baja Edad Media, los amplios términos de Huete fueron mermando a favor de la clase nobiliaria. Desde el siglo XII la presión sobre Huete de la nobleza era evidente, pues tanto los Laras como los Castros, las familias que por entonces se disputaban el control del poder real, intervinieron en la designación de los tenentes de su fortaleza. Alfonso XI le otorgaría su Fuero y, al parecer, también el escudo de la ciudad: un león rampante sobre una media luna creciente en campo rojo. Huete, pasará a ser el centro de un amplio territorio, la Tierra de Huete, extendido por las actuales provincias de Cuenca y Guadalajara
Durante el período trastámara, en 1388, Juan Idio Huete a Doña Constanza, hija mayor de Pedro I y duquesa de Lancaster, con el fin de resolver el problema dinástico que en ese momento se daba al aspirar ésta al trono castellano. En la Paz de Troncosoy el tratado de Bayona se acordó que, junto a Guadalajara, Olmedo y Medina del Campo, Huete, con todas sus rentas y derechos, fuera dada de por vida a Doña Constanza, y que su hija, Catalina, casara con el infante Enrique, adoptando ambos, como príncipes herederos al trono castellano y por primera vez, el título de Príncipes de Asturias. Tras la muerte (1394) de la duquesa de Lancaster, tal como estaba acordado, Huete pasó a su hija Catalina, ya reina desde 1390, que unió a sus propias villas, dadas a raíz su matrimonio con Enrique III, de Soria, Atienza, Almazán, Deza y Molina de Aragón—todas ellas, en una misma zona geográfica del oriente de Castilla—. La nueva
posesión no acabó con los intentos de la nobleza por hacerse con el control de la zona de Huete. Así, durante el reinado de Enrique III, diversos linajes fueron alcanzando un progresivo protagonismo en las comarcas cercanas a ella, y que a la postre convirtieron en señoríos, rápidamente ampliados hasta convertirse en importantes estados señoriales. Tales fueron los linajes de los Mendoza —en alguna de sus ramas—, y sobre todo los Carrillo y los Acuña, que emparentaron entre sí.

Renacimiento


Ya en el siglo XV, Juan II le concedió el título de Ciudad, gracias a la intervención de Pedro Carrillo de Huete, "El Halconero", su cronista. Los Reyes Católicos, el 28 de febrero de 1477, la distinguirían con los de Noble y Leal, tratamiento con el que se denominará a partir de entonces.
Con los Austrias pasó a ser cabeza del Partido de Huete, dentro de la provincia de Cuenca.
(De Wikipedia)

“Quesos La Ermita”http://quesoslaermitadecaracenilla.com/es/
pertenece a la empresa Sat Rio Mayor , está situada en Caracenilla, en el valle del Río Mayor, en la provincia de Cuenca, en la que siempre se ha elaborado queso.
Cuenta con modernas instalaciones, funcionales, seguras e higiénicas, que garantizan todos los controles sanitarios basados, principalmente en la trazabilidad del producto.
Se dedica a la fabricación de quesos de manera tradicional. La manufactura del queso y los secretos de los que son conocedores constituyen un legado valioso que ha dejado la cultura romana y que se ha trasmitido milenariamente de generación en generación y que los titulares de esta empresa han querido recuperar y conservar. 
Se distinguen en la elaboración tradicional de quesos puros de oveja.
(De Internet y otras fuentes)

PAGO CALZADILLA
http://www.pagocalzadilla.com/está ubicado en Huete, Alcarria Conquense, dominando el Valle del Río Mayor.
En el año 1980 nace la Bodega Familiar Uribes Madero, con una pequeña instalación para elaborar vino y una reducida plantación de diferentes variedades de uva tinta, pero hasta 1992 no sale su primera botella al mercado: “CALZADILLA”.
PAGO CALZADILLAactualmente comprende 26 hectáreas, 20 de las cuales están dedicadas al viñedo, con una producción anual de 100.000 kilos de uva con los que se elaboran tintos de larga crianza

Las variedades plantadas son autóctonas, manteniendo la tradición de la tierra con Tempranillo y Garnacha, además de cultivar otras variedades de reconocido prestigio como Syrah y Cabernet Sauvignon, varietales con buenas cualidades para la crianza y con las que se producen vinos elegantes y a la vez intensos.
PAGO CALZADILLAse encuentra en el Valle del Río Mayor, a una altitud de entre los 900 y 1.000 metros. El microclima del valle, con frecuentes nieblas y vientos, protege el viñedo de las peligrosas heladas primaverales y aporta frescura a las noches de verano.
“PAGO CALZADILLA” comprende 20 Hectáreas de viñedo con una producción limitada. Se inició su plantación en 1980
con tres variedades: Tempranillo, Garnacha y
Cabernet Sauvignon. Posteriormente en 1992 se introduce la variedad Syrah, todas en espaldera y con la particularidad de estar gran parte de ellas sobre las laderas del 
Cerro La Pájara, a 1.000 m de altitud. El fruto se trata con delicadeza en cada uno de los procesos: la vendimia es en cajas de 15 kg de forma manual. Previamente a la fermentación se realiza un enfriamiento y selección de los racimos. El movimiento de las uvas, mostos y vinos es por gravedad sin intervenciones de bombeos.

(De Internet y otras fuentes)

La estancia en la Casa del Canónigo, de Caracenilla, no solamente estaba resultando muy grata por la bondad de las instalaciones del establecimiento y por la calidad de los servicios, sino que a ello añadía el especial aliciente de facilitar la visita a la quesería cercana (en la misma población, frente a la ermita) denominada “Quesos La Ermita” y también a una renombrada bodega sita en el camino hacia Huete.
Así, después de haber descansado en la confortable habitación de la Casa, con el atractivo de ir sintiendo la lluvia batir suavemente sobre nuestras cabezas en el acristalado ventanal del amansardado, nos nutrimos más que sobradamente con un abundante desayuno buffet en la planta baja, a la entrada del comedor, y volvimos a agradecer la solicitud en el servicio, con reposición casi inmediata de aquellos elementos que iban acabándose.
Pese a la llovizna, como el frío no era excesivo, decidimos pasear hasta la quesería, situada en la intersección de la calle denominada
Salida de la Vega (en la que está la casa del Canónigo) y el cruce con la carretera autonómica que lleva hasta Huete.
Camino de la quesería tuvimos la fortuna de encontrarnos con una simpática pareja de jóvenes valencianos, Esther y Óscar; con quienes, camino de alojarse en nuestro hotel, a raíz de preguntarnos sobre la industria de los quesos, establecimos una buena relación de amistad, que nos llevó a compartir el resto del día.
En “La Ermita” nos atendió con simpatía uno de los socios, que nos fue explicando con todo detalle la evolución de la empresa (de sus antepasados, con más de treinta años de antigüedad) y el proceso productivo, refiriéndose a las especialidades del tratamiento de las leches de cabra, de oveja y de vaca, para ir acompañándonos por las diferentes dependencias el complejo, en las que pudimos visionar las maquinarias y elementos de pasteurización, filtrado, lavado, cuajado y estabilizado y terminado (no utilizo términos técnicos), hasta el producto final.
La interesante visita, durante la cual pudimos preguntar nuestras dudas, se nos ofreció una degustación de quesos, cuya calidad y buen sabor nos determinó, al menos en nuestro caso, a adquirir una de las variedades, que todavía estamos disfrutando en nuestra domicilio.
Terminada la visita a la quesería, que recomendamos, determinamos completar el resto de la mañana, desplazándonos con nuestros recientes y simpáticos conocidos, Esther y Óscar, hasta la cercana Huete, a unos veinte kilómetros.
La ciudad de Huete ya se presenta desde lejos como monumental, porque se vislumbra restos de muralla en los altos y campanarios y torres.
Una vez en el centro de la ciudad, lo primero que contemplamos, por haber estacionado en las cercanías nuestro vehículo, fue la Torre del Reloj, en obras, diseñada en estilo neoclásico y construida en 1975, que pertenecía al antiguo ayuntamiento.
De esa torre llegamos a la auténtica joya monumental que es el antiguo monasterio de Santa María de la Merced de la Merced, en buena parte restaurado, cuya iglesia fue construida entre 1664 y 1668, la sacristía inaugurada en 1754, con un retablo manierista; y la fachada y los balcones son del siglo XVIII, destacando especialmente el claustro barroco (1645-1648), más la sala capitular, del siglo XVIII. En los bajos hallamos, en agradable sorpresa, la oficina de turismo, en la que se nos atendió con atención e informó de las características y monumentos de esta ciudad venida a manos por la despoblación, ahora con un número de habitantes inferior a los dos mil.
Pese a todo, el paseo se completó con el resto de monumentos: el antiguo monasterio de Santo Domingo de Guzmán, cuya iglesia se diseñó en 1620 y terminó en 1640,hoy de propiedad privada casi abandonado y que dudamos con pena pueda ser restaurado; el antiguo monasterio de Jesús y María
(1557-1576), cuya iglesia, actualmente denominada de Santa María de Castejón tiene un claustro de estilo gótico y la torre del monasterio es curiosa por ser rectangular; el ábside restante de la antigua parroquia de Santa maría de Atienza, del siglo XIII, sin techumbre; y la Iglesia Real de San Nicolás de Medina, de entre 1700 y 1705.
Además de estos monumentos, bastante deteriorados y abandonados (según se nos dijo por falta de recursos económicos) pudimos admirar la muchas casas solariegas y blasonadas, como la de los Condes de Garcinarro, de los Amorada, de los Linajes, el Pósito real y el Palacio Arzobispal, del siglo XVIII.
El paseo estaba resultando interesante, pero una inoportuna lluvia nos hizo percatarnos de que era llegada la hora de tomar algún condumio, por lo que en la calle del rey Juan Carlos I, hallamos el bar
restaurante Serrano, en el que Óscar y Esther, consumieron con gusto unos costillares a la brasa, y nosotros disfrutamos con unas mollejas de cordero.
Estaba llegando la hora de visitar las bodegas de “Pago Calzadilla”, a unos dos kilómetros de Huete, en un cruce significado de la carretera hacia Caracenilla, a las que se accede por una entrada singular, que permite llegar hasta el corazón de una bonita finca situada en un altozano, sobre el valle.
Nos atendió ya desde el acceso, Celia Madero (propietaria junto con su marido, de apellido Uribes), una mujer despierta e inquieta, de sólida formación científica como farmacéutica y apasionada de la elaboración del vino, quien nos obsequió con una prolija información sobre los
tipos de vid que se cultivan en la propiedad, el proceso de vendimiado, de selección, de clasificación, etcétera. En fin, toda una lección, culminada con la explicación de las distintas clases de vino, los denominados crianza, reserva y gran reserva, y con una degustación de un “Calzadilla” reserva”, proviniente de uva Shyraz, que nos deleitó. 
Al propio tiempo, contemplamos la muestra de la colección de botellas que en exclusiva se elaboran para el corredor automovilístico Fernando Alonso.
A todo esto, aprendimos sobre el denominado “vino de Pago” que es una clasificación de vinos referida a una indicación geográfica española para vinos que garantiza la procedencia de las uvas de una zona geográfica con unas características edáficas específicas. Es decir, cuando en una zona concreta existe un microclima particular y una composición del terreno específica que la diferencian y distinguen de otras zonas de su entorno.
Esta indicación geográfica está reglamentada por la Ley de la Viña y el Vino (2003), que establece que todos los vinos sujetos a esta indicación deben cumplir los siguientes requisitos:
1.El pago debe ser conocido con un nombre vinculado de forma tradicional al cultivo de los viñedos de los que se obtiene el vino y cuya extensión máxima no podrá ser igual ni superior a la de ninguno de los términos municipales en cuyo territorio se ubique.
2.En caso de que la totalidad del pago se encuentre incluida en el ámbito territorial de una denominación de origen calificada, podrá recibir el nombre de vino de pago calificado.
3.Los vinos de pago han de ser elaborados y embotellados por las personas que ostenten la titularidad de los viñedos ubicados en el pago, en bodegas situadas en la proximidad del pago.
4.Toda la uva que se destine al vino de pago debe proceder de viñedos ubicados en el pago determinado y el vino deberá elaborarse, almacenarse y criarse de forma separada de otros vinos.
5.En la elaboración de los vinos de pago se implanta un sistema de calidad integral, que se aplica desde
la producción de la uva hasta la puesta en el mercado de los vinos.
6.Cada vino de pago debe contar con un órgano de gestión, sujeto a la legislación de las comunidades autónomas.
Con tantos conocimientos acumulados, estaba llegando el tiempo de regresar a la Casa del Canónigo, en la que nos aguardaban nuevas y magníficas vivencias.
Por el momento, la jornada había resultado amena e ilustrativa.
Seguíamos pensando que aquello semejaba “vivir como un canónigo”…
Y aún faltaba lo mejor.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA