Cuando llegue al estadio lo vi vacio y sin vida. Pensé que no se llenaba. Pero poco a poco las gradas se fueron llenando de rojo, los tambores empezaron a sonar, y se prendió el carnaval. Disfruté del partido, una fiesta de futbol, las barras estaban alegres, los futbolistas motivados.
Pero el objetivo de este artículo no es escribir una reseña, todo lo contrario. Escribo para opinar. Me gustó lo que vi, en todos los sentidos. Más allá del resultado, me gusto la propuesta de Bencomo, de buscar velocidad. Ya se solventaron las críticas de la prensa sobre Bencomo, y quedo en el pasado lo que fue un semestre oscuro para una institución importante. Además, hubo mucha gestación de futbol, muchas combinaciones. Y por fin, los jugadores entendieron la importancia del toque de primera para destrabar la presión y desengranar las piezas del sistema defensivo contrario. Pero eso no es lo que me hace soñar, sino más bien, lo que me tiene esperanzado, es la actitud del equipo. Este puede ser el año de reconquistar la estrella, pero mi mente me lleva mucho más allá de eso, yo creo también en el sueño de la Libertadores, de que este equipo, con estos jugadores, van a llevar los colores rojos a lo más alto de nuestro continente. Muchos de los que están leyendo esto deben pensar que no soy mas que un loco optimista, pero piénsenlo bien, este grupo de jugadores fue capaz de remontar un 0-2 en contra, a un equipo de la máxima competición europea, y vaya meneo de futbol que le dieron a los de Rondón en el segundo tiempo. Yo se que todavía faltan casi dos semanas, y todavía hay cosas que mejorar –la defensa es una de esas cosas, sin duda alguna- pero tengo la libertad para soñar, como todo hincha del rojo debería. El domingo se mostraron las mejores caras de una institución que va a por todas. Yo no creo, sino mas bien, yo sé, que si este equipo se lo propone, esta para grandes cosas…