La antigua ciudad de Tel Aviv se ha convertido en un núcleo interplanetario gracias a la Estación Central, una especie de estación orbital anclada en nuestro planeta. Un cuarto de millón de personas vive a los pies de dicha estación, en una sociedad compuesta por un batido de culturas que choca tanto en la vida real como en la virtual. Una diáspora mundial ha hecho que gran parte de la población huya a colonias espaciales escapando de la guerra y la pobreza. Todo esta conectado por los Otros, unas poderosas entidades alienígenas que a través de la Conversación suponen el inicio de un cambio irreversible. El israelí Ladvie Tidhar compone un fix-up de historias cortas conectadas entre si por una serie de personajes que transcurren dentro de este peculiar escenario de ciencia ficción. Un centro neurálgico de actividad interplanetaria repleto de razas y culturas de lo más diversas.
Con un total de trece historias, el autor ha sabido enlazar a través de pequeños retoques en una sola novela varios relatos que ha publicado en revistas como Interzone o Analog. Cada relato nos pone en el punto de vista de un personaje diferente, siguiendo un episodio de su vida y relacionándolo con el resto del plantel de personajes. Vínculos familiares, amigos o simplemente conocidos por un episodio de sus vidas, cada capítulo va conectando y encadenando una historia personal con otra mientras nos muestra los entresijos de la propia Estación central. Es por tanto una novela que vira más hacia los personajes e ideas especulativas que hacía una trama lineal y centrada. Son simplemente una serie de historias entrelazadas por sus personajes y un escenario común repleto de conceptos, cultura y tecnología interesantes, pero también con mucha vida detrás.
El personaje principal es esa Estación central, repleta de ideas y conceptos que darían para novelas enteras. Este escenario, amplio e imaginativo, es un elemento de giro que Tidhar utiliza para dar una visión de la humanidad. El autor escribe de forma poca directa, mostrando más que enseñando, dejando toda la imaginativa al lector. Tidhar no se dedica a explicar los conceptos que plasma en cada relato, si no que siembra cada historia de ideas interesantes que a veces se sienten hasta cierto punto desaprovechadas. Cada nueva historia es un vehículo para sus plantar sus ideas. Dejarlas caer como quien no quiere la cosa. Hay multitud de detalles en los que no se profundizan y que están repletos de interés: los Otros, los strigoi, los implantes de la Conversación, y ya no digamos la cantidad de culturas y religiones que nombra, o lo eventos pasados que menciona de vez en cuando.
La novela crea una especie de tapiz repleto de distintos idiomas, razas y culturas que ejercen de canto a la diversidad e interculturalidad. Con cada personaje Tidhar establece todo un mapamundi de reflexiones sobre la diversidad religiosa, sexual y de identidad. Estación central recopila una cantidad de temas tan grande que es imposible tratar y nombrar por completo, pero sobre todo habla de amor y los vínculos personales, de las relaciones personales y la importancia del respeto. Pese a su componente futurista y de ciencia ficción, Tidhar compone un escenario vivo y muy humano, que se hace fácilmente reconocible para el lector y que rápidamente extrapola a su propia persona. Es un libro que plantea al lector todo un ejercicio de imaginación, debate y juego que puede ser tan largo como infinito e inabarcable en su totalidad.
¡Muchas gracias a Alethé por el ejemplar!
Otras reseñas de interés:Sense of wonderEl último deseo fantásticoTres marcianos y medio