La cuestión fundamental es que los Estados no defienden a la población en general sino a sus estructuras; ejército, policía, jueces, políticos y demás funcionarios que operan en un determinado territorio, protegen en todo caso a la nación de funcionarios, entendida en primer lugar como Estado-nación. Lo que determina sus preferencias es la razón de Estado y no los intereses de la sociedad, que por lo tanto queda supeditada a sus instituciones.
Con lo cual no puede existir una democracia (aunque ésta sea formal) ya que los representantes de los partidos políticos que están en el Gobierno elegidos por el pueblo obedecen en primer lugar al Estado y de esta manera aquel queda desplazado de las decisiones políticas que organizan a la totalidad de la sociedad. Si el pueblo está despolitizado no es tanto porque no se interese por la política - que también- sino porque lo fía todo a unos representantes que ni conoce ni sabe verdaderamente cuales son sus intenciones.
Es un pueblo en su inmensa mayoría mediocre por su falta de interés en los temas que más le conciernen y que afectarán irremediablemente sus vidas y porque al final acaba arrastrando a un callejón sin salida a la totalidad de la sociedad.