Hace ya 8 años desde que la caída de Lehman Brothers supuso un antes y un después en la vida de millones de ciudadanos. Muchos son los economistas que han bautizado a esta crisis económica como la Gran Recesión, y es que aunque afortunadamente no ha alcanzado la dimensión de la sufrida en 1929, ésta ha sido, sin duda alguna, la más grave vivida desde entonces.
En este tiempo hemos tenido que aprender a vivir de una forma distinta. A aceptar que el desempleo se ha convertido en un hecho generalizado que afecta a una amplia parte de nuestra población. A concienciarnos de que la economía no es solo para expertos y algo alejado de la mayoría, sino que sus efectos son más que palpables en nuestro día a día.
Sin embargo, para cualquier europeo (para algunos más que para otros) parece sorprendente cómo desde el otro lado del charco esta crisis económica ha quedado ya atrás y se ha convertido en un mero fantasma del pasado, y nos hace preguntarnos, ¿qué estamos haciendo mal para que la crisis siga aún presente?
Estados Unidos y Europa han tomado caminos completamente diferentes, se podría decir que incluso contrapuestos, para abordar esta crisis. Cada uno fijó en su momento objetivos diferentes, pero sobre todo formas distintas de conseguirlos.
Para analizar en profundidad esta cuestión vamos a centrarnos en el motivo por el que han elegido su camino, qué efectos han tenido cada una de estas políticas económicas y qué conclusiones podemos sacar de esta situación.
- EL POR QUÉ DE SUS MEDIDAS
Las políticas monetarias tomadas por Estados Unidos y Europa no son fortuitamente contrarias. Cada uno de ellos buscaba objetivos distintos, pues tenían concepciones diferentes de cómo debe ser tratada una crisis económica de esta magnitud.
El caso estadounidense dio especial importancia al empleo. Qué cabe decir de una potencia económica que tiene una tasa natural de desempleo del 5%, y que hace sonar las alarmas cuando ésta sube ligeramente del 8. El método para conseguirlo fue claro: la ampliación de su base monetaria mediante medidas expansivas, o como muchos dicen QE (Quantitative Easing). Tratar de analizar en detalle estas medidas es considerablemente complejo, y es que ni siquiera los economistas más avanzados consiguen ponerse de acuerdo en cuáles son sus consecuencias.
A grandes rasgos, este tipo de medidas busca aumentar el dinero en circulación para inyectar liquidez en la economía y conseguir así que los tipos de interés bajen. Esto incentivaría a los bancos a aumentar el crédito, y reactivar así la economía. ¿Qué relación tiene esto con el empleo? Si los tipos de interés caen, es más atractivo el realizar una inversión, puesto que ahora hay que pagar menos intereses que antes, y por tanto se fomenta la creación de empleo.
Esto es así debido a que estas medidas generan inflación. La inflación controlada no es ni mucho menos negativa para la economía. Una pequeña inflación del 1-2,5% puede ser beneficiosa (lógicamente depende del momento económico en el que te encuentres) principalmente porque, una vez más, favorece la emisión de crédito, y en segundo lugar porque aumenta la demanda de empleo, puesto que al mantener salarios relativamente constantes y a la baja (hay un mayor número de desempleados que están dispuestos a trabajar por poco salario) la generación de inflación permite que, mientras que el salario nominal no aumenta debido a rigideces temporales, los beneficios empresariales aumentan puesto que aumentan los precios. Todo esto va acompañado por un incremento en el consumo, ya que ahora los intereses que se pagan por tus ahorros son mucho menores, e incentiva por tanto el incremento del gasto privado. Esta teoría se puede entender fácilmente mediante la curva de Phillips, que muestra que aunque en el largo plazo la inflación no tiene efecto alguno en el empleo (como afirma la dicotomía clásica), en el corto plazo existe correlación entre ambas variables.
En el caso europeo el objetivo es muy distinto: el control del déficit. Las grandes deudas de las economías europeas suponen un grave problema. Por ello, desde Bruselas se ha entendido que la principal medida que se debía tomar era un control del gasto mediante el ajuste fiscal, para tratar de frenar así el crecimiento continuado de la deuda pública y evitar la inestabilidad económica en la zona. Este hecho podría resultar llamativo, ya que la deuda pública americana es incluso superior que la española en porcentaje del PIB, y sin embargo la FED no lo ha considerado como un grave problema. El motivo es bastante claro, la economía estadounidense es vista a nivel internacional como un seguro, y por tanto los intereses que ellos pagan por su deuda son ridículos si los comparamos con las primas de riesgo europeas en los años 2009 o 2010.
- ¿QUÉ EFECTOS HA TENIDO?
Sin duda alguna en tema de desempleo Estados Unidos nos ha dado una verdadera lección. Su política monetaria aunque no ha llegado a alcanzar los efectos deseados y actualmente ha suscitado cierta inestabilidad económica que se está intentando arreglar desde la FED con subidas de tipos, sí ha resuelto el problema de desempleo al que intentaba dar solución; a diferencia de los países europeos que aún continúan con unas tasas de paro mucho mayores que las que tenían en el año 2008.
Como podemos ver en el gráfico, Estados Unidos se encuentra actualmente en una tasa de desempleo prácticamente idéntica a la que tenía al comenzar la crisis económica, como si nunca hubiera existido. Países como Italia o Francia siguen la tendencia de la eurozona, y se encuentran aún con niveles de unos 2,5-6 puntos porcentuales por encima de la tasa de desempleo de 2008. El caso español se ve a simple vista, y es que nuestro modelo productivo basado en el ladrillo ha dejado nuestra economía gravemente tocada, con un 13% más de paro que a comienzos de 2008.
Pero no solo nos han enseñado a cómo generar empleo, también lo han hecho en cómo aumentar tu producción.
Como podemos ver, respecto a 2008 estados unidos ha aumentado su PIB en una tasa anual del 2,5% de forma continuada y casi regular, situándose en el año 2014 con un producto interior bruto de casi un 20% superior al de 2008. En Europa no es que no hayamos llegado a este nivel, es que ni siquiera hemos sido capaces de superar el PIB que teníamos antes de la crisis, siendo Francia el país que se encuentra más cerca de conseguirlo (junto a Alemania lógicamente).
Podríamos adjudicar este incremento productivo estadounidense a un aumento de la balanza comercial como consecuencia de las QE, que deberían producir una depreciación de la moneda (a mayor oferta menor tipo de cambio), pero esto no ha sido así. El dólar prácticamente no ha sufrido variaciones en sus tipos de cambio, y es porque esta moneda es lo que se conoce como una “moneda refugio”. Cuando las economías de otros países comienzan a tener problemas, como es el caso de Europa, los inversores buscan cambiar sus divisas por la más segura posible, que en este caso es el dólar, para evitar así perder riqueza ante posibles depreciaciones excesivas. Este incremento de la demanda, acompañado también por el aumento de la oferta realizada por las QE producen que el tipo de cambio americano no haya sufrido graves distorsiones, y que por tanto, no surta un efecto positivo en la balanza comercial
Como podemos observar, ésta ha sido durante estos años incluso mejor que en 2008, pero tampoco ha alcanzado unos niveles excesivamente favorables. El principal año fue 2009, pero vino acompañado de una fuerte reducción debido a un aumento en la gravedad de la crisis europea y el incremento por tanto del “refugio monetario”.
¿Entonces de dónde procede este aumento del PIB? Principalmente del consumo y de la inversión. Como hemos dicho antes, las medidas expansivas generan grandes beneficios en estas dos variables económicas, gracias a la reducción de los tipos de interés y a la generación de una ligera inflación; hasta tal punto que han provocado (casi en solitario) un aumento de la producción norteamericana de tanta magnitud.
Ante tales evidencias parece sorprendente que en Europa no hayamos copiado a nuestro socio económico en su política monetaria hasta hace apenas dos años. No es ningún secreto que los alemanes no son principalmente amigos de la inflación, ya no tanto por lo ocurrido en la II Guerra Mundial, sino más bien por la hiperinflación sufrida tras la caída del Muro de Berlín; y tampoco es ningún secreto que el peso de Alemania en las decisiones que se toman en Europa no es precisamente escaso. Pero entonces, ¿se encuentra Estados Unidos actualmente en una grave inflación? Ni mucho menos.
Como vemos la inflación estadounidense fluctúa a la par que las inflaciones de los países seleccionados. El principal motivo es debido a que aunque la base monetaria norteamericana se incrementó en más de un 200%, la oferta monetaria apenas llegó al 40%, debido a la reducción sufrida en el multiplicador monetario. Ésta solo comenzó a destacar en el año 2014 obligando a la FED a reducir esta base monetaria para evitar problemas inflacionistas y conseguir así una subida de tipos.
- CONCLUSIONES
Si bien es cierto que la política monetaria es considerablemente compleja y está sujeta a múltiples interpretaciones, viendo los datos podemos afirmar que la política monetaria que se ha seguido desde el BCE dista considerablemente de ser un éxito. Si bien es cierto que a nivel macroeconómico en Europa se empieza a ver una luz al final del túnel cuando hemos imitado estas medidas QE, con crecimientos considerables de las economías y una estabilidad económica ampliamente fortalecida; aún nos encontramos lejos de llegar al final del problema.
Estados Unidos ha conseguido superar en apenas 3 años una crisis en la que nosotros llevamos sumergidos casi 8, ha reducido su desempleo hasta niveles iniciales de 2008 y ha aumentado su PIB incluso por encima del que tenía al inicio de la crisis, todo esto acompañado de niveles adecuados de inflación y sin contar con las ventajas que le podría genera una depreciación monetaria como la que estamos experimentando actualmente en Europa. Sin embargo, hay que destacar que estas medidas han producido inestabilidad económica, aumentando la volatilidad de las bolsas y han obligado a la FED a actuar para evitar burbujas especulativas y problemas inflacionistas. Por tanto, aunque es evidente que este tipo de medidas son positivas y dinamizan considerablemente la economía, también generan ciertos problemas que hay que ser capaces de solventar.