¿Estáis seguros de que el domingo hay elecciones?

Publicado el 17 noviembre 2011 por Peper311262
Estamos en la campaña más sosa, más anodina y menos atractiva de la historia de la democracia en España. Pocos carteles y a una altura -los cuelgan de las farolas- que uno no mira por miedo a fastidiarse las cervicales. Casi no hay octavillas porque además de que cuestan muy caras y la crisis no permite estos dispendios, nos hemos vuelto limpios hasta en campaña electoral. Mítines no hay, o no los anuncian. No se escucha la musiquilla de los megáfonos en los coches de los partidos con las consignas y las convocatorias habituales. Creo que esto no lo hacen porque alguno se lleva una pedrada y le rompen una luna. Hubo un solo debate entre los candidatos de los dos partidos mayoritarios y pudimos comprobar que ninguno de ellos vale para descargar a líderes anteriores como Felipe González, José María Aznar o Adolfo Suárez. En tres minutos comprendí que era una pérdida de tiempo mirar el debate entero. Y los otros, los partidos pequeños que se abren paso a codazos para conseguir las migajas de algún escaño, y con suerte -esta vez creo que no va a ocurrir- el dinero que les da apoyar al partido más votado y que no tiene mayoría absoluta, pues más de lo mismo. Una Izquierda Unida que no sabe ni de lo que habla, con dirigentes desconocidos y a la que tiene que salir a rescatar para conseguir algún voto el bueno de Julio Anguita que está en otras cosas y no debería hacer este esfuerzo que nada le reportará. Rosa Díez y su "marea magenta" me caen bien, pero, ¿realmente serían capaces de asumir un papel importante en la política española? Los nacionalistas... pufffffff, lo de siempre, aunque esta vez poco van a sacar. Y luego están los "exóticos", partidos contra las corridas de toros, ecologistas, humanistas y todos los "istas" que se puedan ocurrir, que tienen su fiesta particular durante estos quince días y después vuelven a sus vidas porque nada consiguen.
A mí me gustaban aquellas campañas en las que los políticos daban la cara en mítines montados en un parque, compitiendo en promesas muchas veces imposibles. Campañas en las que los líderes de todos los partidos tenían su cuota de pantalla en la televisión pública y competían en originalidad, y no como ahora que los espacios electorales parecen anuncios de electrodomésticos o detergentes. En los bares, durante esos días se hablaba de política, de los políticos, de lo que uno u otro prometía. Las mujeres hablaban de lo guapo que era Felipe o lo sobriamente elegante era Suárez. Ahora preferimos hablar de fútbol como el resto del año porque nada nos dicen dos tipos como Rajoy o Rubalcaba. Sabemos que desgraciadamente uno de ellos ocupará el Palacio de la Moncloa aunque dudamos que ninguno lo merezca, y aguantaremos cuatro años lo que les dé la gana hacer con nuestro futuro. No sé si algunos más de los habituales, el 20 de noviembre, en lugar de ir a votar, se acercarán por el Valle de los Caídos, y eso sí que me daría miedo...