Estambul

Publicado el 08 junio 2012 por Icíar

Escritor: Orhan Pamuk
Es un caso raro este Pamuk, es turco, pero odia las alfombras; es de los que prefiere el invierno al verano, por la nieve y por eso de que las noches llegan antes; es observador, reflexivo y muy culto; algo solitario, y también casero como un gato; es de ese tipo de personas que aman las ruinas, porque ve e interpreta en ellas, y que en este libro, tan bien, nos van a quedar traducidas; y es uno de esos escritores artistas, que construyen de maravilla. No necesita obtener inspiración de situaciones personales traumáticas como el exilio, por ejemplo: le basta una biblioteca y su ciudad: Estambul
En este libro, como el pintor que por un tiempo fue, utilizando su arte, consigue darnos una imagen viva de esta ciudad en el tiempo, así como un entendimiento del por qué de la misma.  “Estambul: ciudad y recuerdos”, es una delicia que necesita, eso sí, de toda nuestra atención, por eso es un libro de esos, aviso, que debe de ser cogido con cierta predisposición. 
Este libro fue escrito cuando Orhan Pamuk contaba con 50 años. Dice: “estas son las palabras de un escritor de 50 años, que tiempo después recuerda lo que ocurría en su alma”. interpreta lo vivido, sus recuerdos, a la ciudad, a su Historia, a sus habitantes. 
Si tuviera que resumir el libro en dos ideas, me quedo, con una primera idea, que es un sentimiento común de derrota y pérdida, que inunda a la ciudad y a sus habitantes, como consecuencia de la decadencia que supuso a la ciudad, la caída del imperio otomano a partir de 1850. “Un sentimiento de amargura que une la ciudad con sus habitantes”; y luego, una segunda idea, que sería la fuerza de Estambul, que como si se tratara de oxígeno, le proviene del Bósforo. 
Con estos dos elementos, siempre presentes en el libro, nos cuenta de forma muy acogedora y engatusadora, recuerdos de su infancia, escenas cotidianas, espacios de la ciudad, y de forma muy destacada, entre otras cosas, una explicación al aparente retroceso, en el caso de que lo sea, a la nueva actitud que con Atatürk se inició tras la I Guerra Mundial, en la que desde las clases altas, se intentaba imitar lo occidental, en ese querer ser modernos, laicos y occidentalizados.  Para el escritor había mucho de querer escapar del “destructor recuerdo” de la pérdida del desaparecido imperio, lo que les llevó a adoptar culturas que en realidad no habían vivido, como algo postizo, desechando elementos que les era propios, y apareciendo un vacío de identidad que bien pudiera ser uno de los motivos del surgimiento de los posteriores movimientos nacionalistas. 
Capítulos muy enriquecedores sobre las influencias oriente-occidente, en una época en que muchos escritores y pintores occidentales, se sintieron fascinados por el oriente, y se lanzaron a conocerlo, escribirlo y pintarlo, cuya huella quedará también, para los escritores turcos posteriores. Dice Pamuk, que muchos de los libros de escritores turcos han sido libros escritos como manteniendo una conversación y disputa con los escritos de esos escritores occidentales y al mismo tiempo les reconoce, que gracias a ellos, hoy queda algo, porque los entonces estambulíes no se ocupaban de su ciudad. 
Ya para irnos, me apetece destacar de entre las pérdidas de elementos propios turcos, y que tanto echa de menos Pamuk, éste:  el que ya no se coloquen las tumbas, repartidas por la ciudad, en lugares como en jardines y plazas, que antes eran vistos como elementos que convivían con la cotidianidad, y ahora, sin embargo, se encuentran en, “horribles lugares rodeados por altos muros parecidos a prisiones.... ", y para mí, también,  el abandono de las letras árabes, para adoptar la occidental, mucho más fea, hay que decirlo. 
Me despido, con un cuadro de Melling (1763-1831): porque para Pamuk, dentro de los pintores occidentales, es el pintor que mejor reflejó Estambul, porque capta esa sensación de pérdida. Y refleja como en las miniaturas persas, que tanto me gustan, detalles propios de la pintura tradicional islámica, (leer “Me llamo rojo”) enriquecidos con "detalles arquitectónicos, topográficos y cotidianos que ningún pintor oriental hubiera podido llegar jamás" Y todo ello, sin dejarse seducir por el estereotipo de “Las mil y una noches”.  Dice que son cuadros para mirar con lupa, como nos cuenta que también hacía Marguerite Yourcenar. 

NOTAS:
  1. La revolución por la modernización y el laicismo de Atatürk, cambiando el vestido, y el alfabeto árabe, la presencia de lo religioso, entre otras cosas, fue en 1920-1940, aproximadamente. En los años 50, surge un movimiento nacionalista. 
  2. No es lo mismo ser turco que árabe, algo que muy a menudo se confunde, lo mismo que no es lo mismo ser persa (iraní) que árabe. Turcos, árabes y persas (iraníes) son razas diferentes. De hecho, los turcos llamaban a los negros: árabes, cuenta Pamuk. 
  3. Los cuatro escritores turcos a los que hace referencia: Yahya Kemal; Tanpinar; Resat Ekrem Koçu; y Abdülhak Sinasi Hisar. Se trata de cuatro escritores solitarios, que al estar "entre dos mundos, el precio que pagaron fue la soledad, pero su premio fue la originalidad".
  4. Pierre Loti, al que le gustaba tanto lo turco, empezó a criticarles por querer occidentalizarse. De hecho Atatürk, en el fondo daba la razón a las duras críticas de los occidentales que criticaban lo turco, y llegó a prohibir el uso de todas aquellas ropas no occidentales, con la llamada revolución del vestido. En esa imitación de occidente, Estambul no dejó de ser más que una burda imitación de occidente, siempre en desventaja, al desaparecer sus "elementos turísticos", harenes, sultanes....
  5. Al final para el escritor contemplar el barrio de Eyüp, que dice: se podría decir que es el que más sin adulterar se encuentra, le disgusta por ese motivo, y a la vez le hace superar la amargura de Estambul, al darse cuenta de que lo que le gusta es esa Estambul. Por sus restos, por su amargura, y porque había perdido lo que en tiempos poseía.