El tiempo tormentoso de este fin de semana parece barruntar la que se avecina en esta España que sobrevive, a duras penas, a sus luchas fratricidas; esta España que enfrenta el confort y la regeneración, el ser y el parecer, la ética y la estética; esta España que no sabe qué quiere ser de mayor.
Confrontaciones entre miedo y sonrisas, Pablo e Iñigo, Monedero y Rita-Tania, Podemos y Podemos,… Entre derecha y centro, inmovilismo y cambio, Populares y Ciudadanos, … Entre hermanos, Pedro y Susana, socialismo y socialismo, … Entre ciudadanos y ciudadanos, independentistas y unionistas, catalanes y catalanes,…
Confrontaciones entre modelos de Estado, populismo caudillista y democracia, nacional y plurinacional, monarquía y república,… Entre modos y maneras de hacer y vivir la política, inmovilismo y cambio, apatía y seducción, acomodo y entusiasmo, tradición y modernidad, corrupción y regeneración, … Entre tenacidad y elasticidad democrática, … Entre consenso y partidismo, … Entre vetos y votos, …
Confrontaciones entre partidos, Podemos y PSOE, PP y Ciudadanos, CDC y ERC, PNV y Bildu, fachas y progresistas, liberales y socialdemócratas, socialistas y comunistas, independentistas y unionistas, comunes y antisistema, mareas y mareas, mayorías y minorías, ganadores y perdedores, … Entre corruptos y corruptos, …
Confrontaciones que apuntan al desastre, al caos, al miedo. No obstante, la Historia nos presentan numerosos ejemplos de como cuanto más enorme sea la muchedumbre, más cómodo resulta su gobierno pero también que éste no es siempre bueno para los ciudadanos. Buenos ejemplos son el feudalismo, el absolutismo y el comunismo que acabaron en situaciones caóticas o semicaóticas y que terminaron propiciando nuevos equilibrios y épocas de mayor desarrollo social y económico.
Que la incertidumbre actual desemboque o no en un nuevo orden, en una nueva transición que permita alcanzar nuevas cotas de justicial y bienestar no depende sólo de las fuerzas políticas y de los profesionales que las conducen. También, y principalmente, de la capacidad que tengamos los ciudadanos para vencer el miedo e imponer la ética como referente del comportamiento político. En definitiva, si, tras la tormenta, estamos jodidos o no, depende de todos nosotros.
José SIMÓN GRACIA
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