Las manifestaciones nunca lograrán lo que el tirano merece, que es la expulsión del poder, un juicio justo y, probablemente, prisión por sus desmanes, abusos, arbitrariedades y violaciones de las leyes. Contemplará a las masas en su contra y sonreirá como un loco sádico.
Hay que emprender otros caminos pacíficos y democráticos más contundentes y eficaces, como una huelga general o un boicot masivo. Solo paralizando España se logrará que el corrupto, que tiene pánico a la cárcel, abandone el poder y se marche al exilio en algún país de su cuerda, probablemente Venezuela.
Las movilizaciones de ayer fueron insuperables. Congregaron a millones si se suman todas las capitales de España, además de París y Bruselas, donde también se congregaron los demócratas para repudiar el malvado y corrupto sanchismo.
En cualquier otro país del mundo democrático, la movilización de ayer habría provocado la dimisión inmediata del presidente, pero nuestro gobernante es inmune a todo por carecer de ética, principios, dignidad y decencia.
La oposición del PP tiene que perder su miedo y sus complejos y lanzarse de lleno a la victoria, como es el deber de un partido democrático cuando contempla cómo la patria es apuñalada por un tirano. Tendrá también que dejar a un lado sus ridículas disputas con VOZ porque así lo exige la necesidad de cerrar filas contra el enemigo común, que es Pedro Sánchez y sus socios antiespañoles, violadores de las leyes y llenos de odio a España.
Hay que empezar a preparar la huelga general revolucionaria, cuyo fin es derrocar el sanchismo, no porque gobierne, sino porque viola las leyes, abusa del poder, es intensamente corrupto y acuchilla la democracia.
Con que sólo paren los camioneros y los jueces, el país entrará en coma y los que siguen a Sánchez empezarán a sentir que la furia y el rechazo ciudadano amenazan su seguridad y sus privilegios.
El socialismo español y la izquierda llegarán a las conclusiones que han asumido Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo y un número cada día mayor de socialistas disidentes: Pedro Sánchez es un peligro mortal para España.
Francisco Rubiales