(...) Blond pone el dedo en la llaga cuando argumenta que el Estado de bienestar (que en muchos aspectos constituye una conquista muy importante para los países europeos) conlleva a la larga una dinámica de pérdida de responsabilidad y protagonismo de las personas y de las comunidades. De esta forma se ha extendido una mentalidad según la cual todo se le debe exigir al Estado y es del Estado de quien debe venir todo. Así pues, la tarea de la sociedad sería reclamar, movilizarse para que el Estado actúe, exigir derechos, pedir soluciones... Se nos ha hecho creer que el Estado es el representante del bien público y por tanto la iniciativa individual y asociada se ha convertido en algo superfluo.
Esta mentalidad la podemos ver por todas partes. Según ella la tarea del pueblo, de la sociedad, de las personas, consistiría en reclamar al Estado para que lo haga todo y lo haga bien: "una sociedad perfecta donde ya no sea necesario ser buenos", que diría el también inglés T. S. Eliot.
Todo europeo lleva esta mentalidad en los tuétanos. Una pequeña muestra ha sido la manifestación de los llamados Jóvenes sin futuro recientemente celebrada en Madrid, que ha secundado movilizaciones parecidas en Lisboa, Londres y otras capitales europeas. Por supuesto, estaban movidos por la extrema izquierda. Pero reconozcamos que había también un grito sincero de impotencia: "esta realidad no nos gusta, nos estáis asfixiando". Seguramente reivindican el panfleto de Stéphane Hessel, Indignaos, que recorre Europa. Pero este grito va acompañado de una clamorosa ausencia de responsabilidad, de una incapacidad de estos jóvenes de ser protagonistas.
Un ejemplo, real como la vida misma: estudiante de instituto que participa en la manifestación de los Jóvenes sin futuro. Una semana antes, un profesor anuncia examen para el lunes: "Profesor, tú no puedes poner examen el lunes, los fines de semana son nuestro tiempo y necesitamos descansar", e inicia una polémica con el profesor delante de todos los compañeros para eliminar el examen y garantizarse un fin de semana tranquilo. Una semana después salía a la calle a pedir "casa", "curro" y "jubilación"...
Este es el problema, ¡están esperando un regalo! Es más, lo exigen. Alguien debería explicar a este adolescente que si quiere conseguir una vida digna, tendrá que ganarla con su trabajo, día a día, y que por ahora, ese trabajo se identifica con el estudio y la realización de exámenes, que no son otra cosa que una modalidad bastante suave de poner a una persona frente a la realidad. Pero esto, es casi seguro que no se lo dirán en su Instituto. (...)
Con matices, es lo que estamos viviendo al nivel de la calle, la abdicación de la iniciativa personal y en los pueblos subsidiados de nuestra Andalucía es aún más grave. El texto de aquí, es un comentario sobre una charla de Phillip Blond.